miércoles, 21 de septiembre de 2011

Primera carta a las izquierdas

La verdad es que este escrito me parecio sublime para inciar una discusion sobre esta suerte de decalogo. Rusvi Tahan

Primera carta a las izquierdas

Por Boaventura de Sousa Santos *

No pongo en cuestión que exista un futuro para las izquierdas, pero su futuro no será una continuación lineal de su pasado. Definir lo que tienen en común equivale a responder la pregunta: ¿qué es la izquierda? La izquierda es un conjunto de posiciones políticas que comparten el ideal de que los seres humanos tienen todos el mismo valor, y que son el valor más alto. Ese ideal es puesto en cuestión siempre que hay relaciones sociales de poder de-sigual, esto es, de dominación. En este caso, algunos individuos o grupos satisfacen algunas de sus necesidades transformando a otros individuos o grupos en medios para sus fines. El capitalismo no es la única fuente de dominación, pero es una fuente importante.

Las diferentes comprensiones de este ideal produjeron diversas fracturas. Las principales fueron respuestas opuestas a las siguientes preguntas. ¿Puede el capitalismo ser reformado para mejorar la suerte de los dominados, o esto sólo es posible más allá del capitalismo? ¿La lucha social debe ser conducida por una clase (la clase obrera) o por diferentes clases o grupos sociales? ¿Debe ser conducida dentro de las instituciones democráticas o fuera de ellas? ¿El Estado es, en sí mismo, una relación de dominación, o puede ser movilizado para combatir las relaciones de dominación?

Las respuestas opuestas a estas preguntas estuvieron en el origen de violentas fracturas. En nombre de la izquierda se cometieron atrocidades contra la izquierda; pero, en su conjunto, las izquierdas dominaron el siglo XX (a pesar del nazismo, el fascismo y el colonialismo) y el mundo se volvió más libre e igualitario gracias a ellas. Este siglo corto de las izquierdas terminó con la caída del Muro de Berlín. Los últimos treinta años fueron marcados, por un lado, por una gestión de ruinas y de inercias y, por el otro, por la emergencia de nuevas luchas contra la dominación, con otros actores y otros lenguajes que las izquierdas no pudieron entender.

Mientras tanto, liberado de las izquierdas, el capitalismo volvió a mostrar su vocación antisocial. Ahora vuelve a ser urgente reconstruir las izquierdas para evitar la barbarie. ¿Cómo recomenzar? Con la aceptación de las siguientes ideas:

Primero, el mundo se diversificó y la diversidad se instaló en el interior de cada país. La comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo; no hay internacionalismo sin interculturalismo.

Segundo, el capitalismo concibe a la democracia como un instrumento de acumulación; si es preciso, la reduce a la irrelevancia y, si encuentra otro instrumento más eficiente, prescinde de ella (el caso de China). La defensa de la democracia de alta intensidad debe ser la gran bandera de las izquierdas.

Tercero, el capitalismo es amoral y no entiende el concepto de dignidad humana; defender esta dignidad es una lucha contra el capitalismo y nunca con el capitalismo (en el capitalismo, incluso las limosnas sólo existen como relaciones públicas).

Cuarto, la experiencia del mundo muestra que hay inmensas realidades no capitalistas, guiadas por la reciprocidad y el cooperativismo, a la espera de ser valoradas como el futuro dentro del presente.

Quinto, el siglo pasado reveló que la relación de los humanos con la naturaleza es una relación de dominación contra la cual hay que luchar; el crecimiento económico no es infinito.

Sexto, la propiedad privada sólo es un bien social si es una entre varias formas de propiedad y si todas están protegidas; hay bienes comunes de la humanidad (como el agua y el aire).

Séptimo, el siglo corto de las izquierdas fue suficiente para crear un espíritu igualitario entre los seres humanos que sobresale en todas las encuestas; éste es un patrimonio de las izquierdas que ellas han estado dilapidando.

Octavo, el capitalismo precisa otras formas de dominación para florecer, del racismo al sexismo y la guerra, y todas deben ser combatidas.

Noveno, el Estado es un animal extraño, mitad ángel y mitad monstruo, pero, sin él, muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables, a la caza de ángeles indefensos. Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca.

Con estas ideas, las izquierdas seguirán siendo varias, aunque ya no es probable que se maten unas a otras y es posible que se unan para detener la barbarie que se aproxima.

* Doctor en Sociología del Derecho.

Traducción: Javier Lorca.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Un mix

Luego de leer una nota de Federico Bernal en Tiempo Argentino, donde dice que la Argentina vive su segunda época dorada de crecimiento y distribución, que fue iniciada en 1945 e interrumpida en 1955. Más allá de la empatía que me genera Bernal me parece que sería bueno, para poder pensar la Nación con una mirada más profunda, analizar esta época como un MIX.
Que quiero decir, que si uno toma un periodo de crecimiento de la nación en cuanto a producción, obras públicas, exportaciones, dinamismo en educación inclusiva, puede remontarse a lo logrado por la generación del `80. Si uno toma el proceso inclusivo general, la recomposición del Estado por sobre los privados, un nacionalismo virtuoso, la obra pública con sentido social, debe si remontarse al primer peronismo.
Pero es un mix, veo cosas de las dos etapas.
Podemos decir que en la situación internacional esta época se parece más a la que vivió la generación del ´80 con países que nos compran nuestras materias primas de economías complementarias, en aquellos tiempos Gran Bretaña, hoy China.
Asimismo algunas rémoras de la generación del `80 están presentes, no son responsabilidad del gobierno, pero están allí. Hay más distribución, hay ascenso social, pero hay enriquecimientos desmedidos. Hay concentración de la tierra, hay extranjerización de Bienes Naturales. Hay gobernadores de provincia que son del siglo XIX. Bien que son, algunas, del procesismo-menemismo, pero que a casi 9 años ininterrumpidos de gobiernos K. , si hay reelección, hay que meter mano en las leyes que corrijan o eliminen esta situación. Soy consciente que no se puede todo y menos junto, pero de a uno come la gallina dice mi amigo zen.
Las leyes, frenadas por la bajeza y el pobre nivel de las Camaras Legislativas sobre extranjerización de la tierra son imprescindibles. La desarticulación del actual Código minero, lo segundo que necesitamos ya. Una justicia mejor que la del siglo XIX, como la que hay hoy, justicia para poderosos y amigotes, Menem el mayor ejemplo, Clarin el numbre one con sus amparos, debe ser desarticulada. Y si Nestor salió por TV denunció a la Corte y produjo un cambio tan profundo, Cristina debe salir por TV, descabezar los fueros judiciales que hagan falta removiendo a los jueces del proceso o del comercio neoliberal y metiendo mano para que todos nos sintamos más seguros, pues entre otras cosas empezaran a sentirse inseguros los policías y empresarios corruptos.
La salud debe ser puesta en terapia. Hay que agarrar todas las Obras Sociales, los Hospitales Públicos, las Clinicas Privadas, ponerlas en un escenario de mesa tipo militar y mover las fichas que hagan falta para frenar a los lobby de laboratorios, empresas de salud, sindicatos y colegios médicos y ver que guita en realidad hace falta para tener una buena salud, de calidad, de última generación y médicos muy bien pagos.
Si somos de la generación del `70 pidamos lo imposible. Dejo puntos suspensivos para que, los que quieren en los comentarios vayan agregando temas, una suerte de agenda bloguera del cambio que hay que transitar.
Rusvi Tahan

lunes, 12 de septiembre de 2011

El 11 de setiembre ¿UN DÍA POLISÉMICO?

Puede un día tener tantas caras, tantos significados. Sí claro, la historia de la humanidad, la que conocemos y esta visible y, mucho más, la invisibilizada está llena de “efemérides” diarias, recordadas o no según el particular recorte de los medios.
Pero, y lo que me parece que merecemos tratar hoy, cada momento permite sobrevalorizar una efeméride sobre otra. Eso si quieren no es inusual, que al cumplirse una década sea natural que uno recuerde con más vehemencia un hecho tan trascendente, como espectacular, en esta sociedad del espectáculo, como el atentado a las Torres Gemelas, es lógico.
Pero bueno, estamos en la década, pero a fuerza de machacar desde los medios, la década entera priorizo las Torres gemelas a Allende o a Sarmiento, lo que es comprensible para vender espectáculo no es comprensible por igual en todas las sociedades, es más “natural” que esto sea así en el hemisferio norte, no es tan claro que esto debiera suceder en el sur. Que en A. Latina uno agarre los diarios de hoy y casi no haya noticias del golpe contra Allende es una cuestión que ni siquiera la Ley de Medios corregirá si no se corrige la dependencia cultural del norte y del espectáculo por sobre la reflexión. Para ser actuales del espectáculo Inseguridad-Candela a el esclarecimiento de la dupla Crimen-Candela.
Quiero, y esta es una lateralidad diría Feimann, ponerme en el lugar del cinismo político, el 11 de Allende me provocó dolor, me preanunció el miedo, las muertes para H. Kissinger en cambio eran necesarias, un “daño colateral”, el 11 de la Torres me permitió al principio esbozar una sonrisa, le habían tocado el culo a los yanquis, con los minutos y viendo la gente tirarse al vacío, mi sonrisa trastoco en dolor, para Bin Laden “daños colaterales”. Pero los daños colaterales de Pinochet no parecen tanto daño y el número de muertes que se baraja es similar. Y así seguiremos ¿hasta cuándo?.
Vuelvo a las noticias, recorrí casi todas las tapas de los diarios, y puedo asegurar que los otros 11 no son para nada tapa, como mucho “contratapa” / opinión, es decir un espacio pequeño en relación a los diarios y, lo que es peor, insignificante en los otros formatos comunicacionales, la tele se regodeó con la imagen de los aviones.
Por eso me tomé el trabajo por ustedes de recortar los temas ausentes, minimizados en tres diarios, y pegarlos. Les recomiendo dos cosas la primera ,si quieren revisar las tapas y confirmarán, traten de no ver la tele, se enfermarán, la segunda leer a los nuevos maestros y la escuela pública, en medio del intento de la periodista de meter la escuela privada como creciendo por sobre la pública, con datos, estadísticos por supuesto que supone serios, sin decir de quién provienen.
Un abrazo en este 11 de setiembre que para mi debe mirarse con más amplitud y debe trabajarse con nuestros jóvenes con más profundidad.
Rusvi Tahan

PAGINA 12
Epitafio para otro 11 septiembre
Por Ariel Dorfman *

Aquel 11 de septiembre letal –recuerdo que era un martes– me despertó un sonido de angustia por la mañana, la amenaza de aviones que sobrevolaban nuestro hogar. Y cuando, una hora más tarde, divisé una nube de humo que subía desde el centro de la ciudad, supe que mi vida y la vida de mi país habían cambiado en forma drástica y tajante, por siempre jamás. El año era 1973 y el país era Chile y las fuerzas armadas acababan de bombardear el palacio presidencial en Santiago, estableciendo desde el principio la ferocidad con que responderían a cualquier intento de resistir el golpe contra el gobierno democrático de Salvador Allende. Ese día, que comenzó con la muerte de Allende, terminó convirtiendo en un degolladero la tierra donde habíamos intentado una revolución pacífica. Pasarían casi dos décadas, que viví mayormente en el exilio, antes de que pudiéramos derrotar a la dictadura y recuperar nuestra libertad.
Veintiocho años después de aquel día inexorable en 1973, sobrevino un nuevo once de septiembre, también un martes por la mañana, y ahora les tocó el turno a otros aviones, fue otra ciudad que también era mía la que recibió un ataque, fue un terror diferente que descendió desde el aire, pero de nuevo mi corazón se llenó de angustia, de nuevo confirmé que nunca nada sería igual, ni para mí ni para el mundo. Esta vez el desastre no afectaría únicamente la historia de un país y no sería tan sólo un pueblo el que sufriría las consecuencias del odio y la furia, sino el planeta entero.
Me ha sobrecogido, durante los últimos diez años, esta yuxtaposición de fechas. Es posible que mi obsesión con buscar un sentido oculto detrás de tal coincidencia se deba a que era yo residente de ambos países en el momento preciso en que sobrellevaron la doble embestida, la circunstancia adicional de que estas dos ciudades agredidas constituyen los fundamentos gemelos de mi identidad híbrida. Porque crecí aprendiendo el inglés de niño en Nueva York y pasé mi adolescencia y juventud enamorándome del castellano en Santiago, porque pertenezco tanto a la América del Norte como a la del Sur, no puedo dejar de tomar en forma personal la paralela destrucción de esas vidas inocentes, abrigo la esperanza de que del dolor y la confusión ardiente nazcan algunas lecciones, tal vez algún aprendizaje. Chile y los Estados Unidos ofrecen, en efecto, modelos contrastantes de cómo se puede reaccionar ante un trauma colectivo.
Una nación sometida a una adversidad tan brutal enfrenta ineludiblemente una serie de preguntas básicas que interrogan sus valores esenciales, su necesidad de obtener justicia para los muertos y reparación para los vivos sin fracturar aún más un mundo quebrantado. ¿Es posible restaurar el equilibrio de ese mundo sin entregarnos a la comprensible sed de venganza? ¿No corremos el riesgo de parecernos a nuestros enemigos, de tornarnos en su sombra perversa, no arriesgamos acaso terminar gobernados por nuestra rabia, que suele ser tan mala consejera?
Si el 11 de septiembre del 2001 puede entenderse, entonces, como una prueba en que se sondea la sabiduría de un pueblo, me parece que Estados Unidos, desafortunadamente, salió mal del examen. El miedo generado por una pequeña banda de terroristas condujo a una serie de acciones devastadoras que excedieron en mucho el daño causado por el estrago original: dos guerras innecesarias; un derroche colosal de recursos destinados al exterminio que podrían haber sido invertidos en salvar a nuestro planeta de una hecatombe ecológica y a nuestros hijos de la ignorancia; cientos de miles de seres muertos y mutilados y millones más de desplazados; una erosión de los derechos civiles y el uso de la tortura por parte de los norteamericanos que les dio el visto bueno a otros regímenes para que abusaran aún más de sus poblaciones cautivas. Y, finalmente, el fortalecimiento en todo el mundo de un Estado de Seguridad Nacional que exige y propaga una cultura de espionaje, mendacidad y temor.
El pueblo chileno también pudo haber respondido a la violencia con más violencia. Sobraban razones que justificaban levantarse en armas contra el déspota que traicionó y derrocó a un presidente legítimo. Y, sin embargo, los chilenos democráticos y los líderes de la resistencia –con algunas lamentables excepciones– decidieron desalojar al general Pinochet del poder mediante una activa no-violencia, recuperando, brazo a brazo, una organización tras otra, el país que nos habían robado, hasta vencer al tirano en un plebiscito que tenía todas las de ganar. El resultado no ha sido perfecto. Pero a pesar de que décadas más tarde la dictadura derrotada sigue contaminando a la sociedad chilena, la forma en que libramos nuestra batalla sigue constituyendo un ejemplo, en definitiva, de cómo es posible crear una paz duradera después de tanta pérdida, tanto sufrimiento persistente. Chile ha mostrado una determinación cauta y juiciosa para asegurar que nunca habrá otro 11 de septiembre de muerte y destrucción.
Me parece maravilloso y hasta mágico que cuando tomaron los chilenos la decisión de luchar contra la malevolencia por medios pacíficos se estaban haciendo eco, sin saberlo, de otro 11 de septiembre. En efecto, en ese exacto día en 1906, Mohandas Gandhien en el Empire Theatre de Johannesburgo convenció a miles de sus compatriotas indios de usar la no violencia para impugnar un acopio de injustas leyes discriminatorias que, de hecho, preparaban ya el futuro régimen del apartheid en Sudáfrica. Esta incipiente estrategia de Satyagraha llevaría, con los años, a la independencia de la India y a muchos otros movimientos para conseguir paz y justicia en el mundo, incluyendo el combate de Martin Luther King por la igualdad racial y contra la explotación.
Ciento cinco años después de aquella memorable exigencia del Mahatma a imaginar una manera de salir del delirio y la trampa de la cólera, treinta y ocho años después de que esos aviones me despertaron por la mañana para advertirme que nunca más podría yo escapar del terror, diez años después de que el Nueva York de mi infancia fuera diezmado por el fuego, tengo la esperanza de que los epitafios finales para cada uno y todos los posibles 11 de septiembre sean las palabras suaves e inmortales de Gandhi: “La violencia habrá de prevalecer contra la violencia solamente cuando alguien me pueda probar que el modo de terminar con la oscuridad es con más oscuridad”.
* Su último libro es Entre Sueños y Traidores: un Striptease del Exilio.
TIEMPO ARGENTINO
Panorama político
Restaurar a Sarmiento
Publicado el 11 de Septiembre de 2011
Por Hernán Brienza
Periodista, escritor y politólogo.

Fue uno de los pocos miembros de la oligarquía conservadora que llevó adelante un ‘hito civilizatorio’ como es su obra educativa. Sarmiento obligó a su clase a renunciar a su interés pecuniario para beneficiar a las mayorías.

Llevar adelante una batalla cultural incluye, obviamente, dar una discusión sobre el pasado común. Significa barajar de nuevo las cartas de la memoria colectiva, volver a debatir hitos, momentos nodales, encrucijadas, vísperas, causas y consecuencias y también responsabilidades por parte de los protagonistas de la historia. Un movimiento hegemónico –dicho esto en términos descriptivos y no bajo el influjo de un ataque de pánico opositor– debe ofrecer también una mirada política sobre la historia y reformular el panteón de héroes y de instantes fundacionales. Se trata de construir operaciones histórico-culturales que permitan tomar un hecho del pasado, reelaborarlo, resignificarlo y vivificarlo, y que nos sirva de metáfora para interpelar e interpretar el presente.
El yrigoyenismo lo hizo con el federalismo rosista, el peronismo asumió cierto costado de la tradición federal-yrigoyenista, la Revolución Libertadora se vio a sí misma como la continuación de la campaña de 1840 de Juan Galo de Lavalle, la Juventud Peronista llevó al paroxismo esa operación con el puente directo que trazaron con las montoneras del siglo XIX y la dictadura militar, claro, se identificó con el brutal proceso de organización nacional que llevó adelante Bartolomé Mitre y sus coroneles orientales que sembraron el terror en las provincias disidentes. Raúl Alfonsín hizo lo propio con la fundación de la democracia y la sanción de la Constitución de 1853 –con su elaboración del “patriotismo constitucionalista”– y Carlos Menem inició su campaña como Facundo Quiroga y la terminó como Julio Argentino Roca.
El Bicentenario fue la gran operación histórico-cultural del kirchnerismo. Allí quedó plasmada con claridad su mirada sobre el pasado común de los argentinos. Y esa presentación concluyó con el homenaje a Juan Manuel de Rosas en la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre pasado. Los más distraídos podrán creer que detrás de la necesaria reparación histórica de la figura del “Restaurador de las Leyes” y, sobre todo, de los héroes que en aquellas barrancas retuvieron a la mayor armada del mundo, se encuentra el “viejo revisionismo agazapado”. Pero estarían equivocados.
El “revisionismo histórico” nace como una respuesta a las grandes operaciones culturales del liberalismo conservador. Tiene un primer estadio de corte nacionalista reaccionario y ve a Rosas como un paladín del orden, de la paz de las estancias, del retorno de lo hispano. El segundo momento del revisionismo está ligado a la experiencia popular del forjismo y el primer peronismo. En este momento, Rosas es revitalizado no sólo por su condición de “estanciero”, sino fundamentalmente como un símbolo de la soberanía política y la independencia económica, dos valores fundamentales para la concepción peronista del Estado y las relaciones internacionales. Es en esta etapa en que se incluye el ingreso de los caudillos federales al panteón de los héroes. La historia se vuelve plebeya y los protagonistas comienzan a ser los “pueblos”, antes que los líderes individuales.
Un tercer estadio es la inclusión del marxismo con sus herramientas de análisis para interpretar el pasado histórico. Los sectores sociales, las luchas de clases, los movimientos y las representaciones del bajo pueblo y sus líderes y representaciones forman parte de los estudios realizados entre finales de los años cincuenta y setenta. El fin de siglo y la crisis de 2001 convocaron a la sociedad a pensarse a sí misma nuevamente y a reflexionar sobre su pasado reciente, pero también sobre toda su historia. Y surgió lo que se denomina, no sin cierta imprecisión, el “neo-revisionismo histórico”, es decir una nueva mirada política sobre la historia. Ha crecido tanto esa corriente que, actualmente, se organizó en torno al incipiente Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego, cuyo presidente es Mario ‘Pacho’ O’Donnell, y en el que participamos Araceli Bellota, Felipe Pigna, Eduardo Rosa, Eduardo Anguita, Roberto Caballero, Víctor Ramos, Pablo Vázquez y yo, entre otros.
Si uno debiera operacionalizar la categoría “revisionismo” tendría que prestar atención a algunos valores de ciertas variables: a) una concepción nacionalista del pasado, ya sea esencialista, culturalista, territorial o económico, b) Preocupación por la conducta individual respecto de infidelidades económicas y actos de corrupción, c) una mayor cercanía a la experiencia federal con sus vaivenes respecto de Rosas y los caudillos, d) estudio de la incidencia de las potencias mundiales en las políticas criollas, e) responsabilidad de las elites oligárquicas sobre el estado del país, y f) una tenaz persistencia en el estudio por los sectores subalternos de la economía, lo político y lo social.
Hoy es 11 de septiembre y se festeja, en todo el país, el Día del Maestro, en conmemoración de un nuevo aniversario del día de la muerte de Domingo Faustino Sarmiento, uno de los protagonistas de la organización nacional más controvertidos para el revisionismo histórico y el pensamiento nacional. Sarmiento es, sin dudas, el más progresista de los liberales. Y al mismo tiempo es el más brutal de los liberales. Es imposible no estremecerse ante las barbaridades que “el padre del aula” dice en sus escritos y sus discursos contra negros, gauchos, indios, judíos, italianos, españoles. También es imposible dejar de sentir pavura ante las atrocidades cometidas por sus subordinados en su campaña contra el Chacho Ángel Peñaloza en La Rioja, por ejemplo. Todos recordamos el consejo del sanjuanino de “no ahorrar sangre de gaucho” porque sólo sirve de “abono para la tierra”.
La historiografía oficial sigue considerando a Sarmiento un prócer inmaculado y excusa sus brutalidades aduciendo que era “el clima de época”. Creo que las circunstancias explican, pero no exculpan. Y bajo el latiguillo de “clima de época” se puede justificar, tanto a Sarmiento como a Rosas, como a Videla. Pero creo que el revisionismo tiene que dar un salto de calidad –Araceli Bellota me hizo comprender esto respecto del autor del Facundo– y complejizar los períodos y los personajes históricos. Sarmiento no es el “gran educador” o el “intelectual de la barbarie civilizada aplicada”. Quizás haya que asumir la conjunción copulativa. Sarmiento es una cosa y la otra. Es un fabuloso escritor y un matador de gauchos, un educador y un putañero, un hombre de fe en el progreso y un “tilingo” admirador de Europa hasta 1847, y de Estados Unidos luego.
Pero es, por sobre todas la cosas, uno de los pocos miembros de esa clase dirigente conocida como la oligarquía conservadora –quizás porque no pertenecía a ese sector social– que llevó adelante, en términos de Norbert Elías, un “hito civilizatorio” como es su obra educativa. ¿Por qué es civilizatorio? No lo es porque educó a millones de argentinos, sino porque supuso un compromiso por parte de una dirigencia de refrenar su interés particular, natural, primario, en función de un bien social. Sarmiento obligó a su clase a renunciar a su interés pecuniario para beneficiar a las mayorías.
Me gustan los personajes diagonales, contradictorios, que tienden lazos entre paralelas aparentemente irreconciliables. Eso fueron Mariano Moreno, Manuel Dorrego, Juan Bautista Alberdi, Sarmiento, Leandro Alem, el mismo Perón, incluso. Y si uno lo analiza con cierta profundidad –el presente siempre nubla la posibilidad de un análisis certero– quizás la actual presidenta de la Nación sea una política que tienda diagonales –perdón por la metáfora futbolera– entre el movimiento nacional y popular y el liberalismo republicano.
He leído y reflexionado mucho sobre Sarmiento en estos meses. Partí del prejuicio y logré adentrarme en la complejidad de un personaje desmesurado y exuberante, americano, más americano de lo que él mismo se reconocía. Hoy creo que el revisionismo histórico, y el pensamiento nacional, popular, progresista, democrático, debe –perdón por la descortesía de la prescripción– volver a mirar a Sarmiento. Y debe agarrarlo de las solapas. No para hacerlo “propio”. Pero sí para que no se lleve a su panteón el liberalismo conservador y lo convierta en algo que ni siquiera el propio autor de Argirópolis permitiría. Quizás sea tiempo de que sobre Sarmiento se realice un fino y preciso trabajo de restauración –como si se tratara de un fresco antiguo– por parte del revisionismo histórico.<
CLARIN
Mi primer Día del Maestro: El festejo de dos nuevos docentes
11/09/11
PorGisele Sousa Dias
CON INTRIGA Y NERVIOS. ASI RECUERDAN MARINA Y GUSTAVO EL PRIMER DIA QUE SE PARARON FRENTE A UNA CLASE.
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• Día del maestro
Cuando soltaba las fantasías, Gustavo juraba que quería ser piloto. Su papá pintaba casas; él se imaginaba esquivando nubes. Pero cuando le tocó elegir, eligió ser docente, trabajar en cuatro escuelas a la vez y juntar 1.500 pesos mensuales. Se cansó de escuchar “¿Estás dispuesto a cagarte de hambre?” o “¿Vas a arriesgar tu vida metiéndote en esos barrios por ese sueldo?” No hace falta imaginar lo que les respondió: hoy es su primer Día del Maestro.
Gustavo Jiménez tiene 27 años y estudió para ser docente de plástica. Pero al empezar a moverse entre escuelas de San Miguel y Grand Bourg supo que, cuando se enfrentara a la pobreza, con las pinturas no iba a ser suficiente: “En una escuela, la más marginal de todas, tengo 40 chicos de primer grado, muchos de las comunidades boliviana y paraguaya. Un día, uno me avisó que los otros estaban haciendo lío. Y el que se estaba portando mal, que tiene 6 años, le gritó: ‘Callate, boliviano de mierda’.
Uno va pensando en hacerlos crear y termina parando una clase cuando se da cuenta de que las prioridades son otras ”, cuenta.
Gustavo es de los que no puede repetir esa frase tan cursi como idealizada: “Nací para esto”. No puede porque nunca intentó lo de ser piloto, porque empezó y abandonó diseño gráfico y porque, “de caradura”, trabajó hasta de operador de radio. “Es que muchos nacen con ese don de la vocación. Hay otros que, en cambio, lo terminamos descubriendo”, piensa.
Y así como por encima, cuenta una escena cotidiana que le pone contenido a la palabra vocación. “La primera vez que entré a un aula sentí ansiedad, intriga, nervios. Me preguntaba: ‘¿Serán muchos?, ¿Serán agresivos?, ¿Y si no me respetan?’. Y ahí pensé que tenía que tratar de ser algo más que un profesor de plástica. Me puse en mente que, con paciencia, iba a tratar de sacarlos de ese mundo de violencia. Como son chicos con padres muy ausentes, empecé a hacerlos trabajar juntos. Y como casi nunca pueden llevar materiales, le busqué la vuelta: a veces llevo tapitas, revistas o vasitos; otras pongo los materiales de mi bolsillo. Me di cuenta de que una pregunta al que está callado o construir una imagen de autoridad frente al chico agresivo genera más afecto y respeto que un grito”, afirma.
El resultado está a la vista: “A veces llego y me reciben con un abrazo. Algunos se paran y traban la puerta para que no me vaya. Yo me siento como en Titanes en el Ring, como si me estuvieran levantando un brazo y me gritaran ‘vamos campeón”, sonríe. Y a aquel picasesos interno que lo acosó el primer día de clases –“¿A ver si soy bueno para esto?”–, tampoco hace falta imaginar lo que le respondió.
Marina Pérez tiene los ojos chiquitos, cara de nena y guardapolvo de “seño”. Es hija de profesores, y aunque el primer reflejo sea creer que sólo cumplió con el mandato familiar, su elección de ser maestra llegó después de una serie de planes frustrados: “De chica quería tener un geriátrico. Al final, empecé a estudiar Letras en la UBA hasta que me di cuenta de que no lo sentía. Abandoné y pasé varios meses sin estudiar nada. Parecía una vaga, pero algo en mí estaba buscando. Hasta que me acerqué a una plaza donde se juntaban unos nenes con muchos problemas familiares y empecé a darles apoyo escolar. A veces se trataba más de enseñarles a expresarse o a respetar a los demás que de darles matemáticas”, empieza. Marina tenía 19 años. Claro que nadie le pagaba por lo que hacía.
Hasta que un día un amigo le dijo: ¿por qué no maestra?. “Yo ni lo había pensado, es más, veía la docencia como algo muy devaluado”, confiesa. “Encima, mucha gente alimenta esa imagen cuando te dice ‘pero vos estás loca, ¿Por qué no hacés una carrera que te dé de comer?’. Pero no por eso me iba a poner a estudiar, no sé... arquitectura. Después me di cuenta de que era una obviedad: nadie estudia para ser docente por la plata”.
Marina se anotó en el profesorado y se recibió de maestra de primaria. Y este año, “nerviosa, transpirada, con las manos temblando y con solo 23 años”, se paró frente a los alumnos de 4° grado de la Escuela 5, en Belgrano. Ahora, despide a sus alumnos y se anima a un primer balance: “Cuando los chicos quisieron saber qué le había pasado a Candela o cuando tocamos temas en los que sabían más que yo: recién ahí me di cuenta de que no me había equivocado”.
Antes había tomado una decisión: cuando tuvo que pensar desde dónde quería construir su carrera, eligió la escuela pública. “Claro que veo muchos docentes y alumnos que se están volcando hacia el sistema privado, por cansancio, por el ausentismo o por cuestiones académicas y salariales”, introduce. Y hay datos que lo corroboran: un trabajo de SEL Consultores en base a la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC acaba de mostrar que entre 2003 y 2010 la proporción de alumnos que van a escuelas públicas bajó 2,3% en todo el país mientras que la de los que van a privadas subió 3,6%.
“Pero lo interesante –sigue Marina– es que gran parte de esta nueva generación de maestros se está volcando por la educación pública. Yo no lo dudé. Si la escuela pública tiene aquella imagen devaluada que veía al principio, es acá donde tenemos algo por hacer”.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Y el día menos pensado saltó la liebre

Cuando recien se instala en la agenda gubernamental un esbozo de la problemática de la extranjerización de la tierra. Problemática que deberá enmarcarse en un debate mayor sobre la tenencia y uso de ese bien natural, y que no debemos permitir que se tome como una mercancia pues no lo es. Los concejales de el Municipio de Puelo se lanzan a rifar 47 hectareas.
Hace unos meses advertimos desde este Blog sobre las casualdades y causalidades de los incendios y los decretos fantasmas que, por desgracia, anticipaban esta movida, movida que presumo gurka y forzada para calmar las fieras que quedaron hambrientas al derogarse el Decreto anterior.
Rescato la carta de Fanny, a Tiempo Argentino. Es solo un anticipo de la creciente conflictividad que la gente planteará ante estos abusos.
Rusvi Tahan


Regalo de tierras fiscales
Publicado el 9 de Septiembre de 2011
Por Fanny Reynoso

El 1/09/2011, el Concejo Deliberante de Lago Puelo aprobó la subasta de 47 has. de tierras fiscales a un único oferente a $ 45 mil la hectárea, cuando los valores reales van desde U$S 30 mil a U$S 40 mil los 1000 m². La ordenanza fue aprobada sobre tablas y a espaldas del pueblo con la mayoría. Asistimos un grupo de vecinos para pedir que se anule la ordenanza y se revise la decisión, sobre todo en un lugar donde hay un fuerte déficit habitacional con un aumento desmedido de los valores de tierras, y no fuimos escuchados.

jueves, 1 de septiembre de 2011

cosas que hay que discutir algun dia

Leyendo cada mañana Puerta E y las constantes advertencias de los vecinos esquelenses sobre la, cada vez mayor, presión que las mineras están ejerciendo para imponer su proyecto en la meseta chubutense, me parece necesario plantear una cuestión, entiendo, crucial.
Nos hace falta abrir el debate sobre las alternativas que tenemos a la minería en la meseta que no sea, no hagan nada, o piensen otros, sino que surja del debate de la sustentabilidad de nuestra provincia.
En el ambiente académico, productivo y de las agencias estatales que existen en la Provincia hay suficiente cerebro para presentarle al gobierno provincial una propuesta alternativa, que no sea la que el propio gobierno actual, o el electo, nos pretende presentar como inexorable.
Si los supuestos estudios que la empresa minera ha hecho en cuanto a la potencialidad del acuífero existente fueran ciertos, aún cuando, a fuerza de ser sincero, no he encontrado otras evidencias técnicas ni de universidades ni de la provincia, que no sean su propia afirmación, podríamos pensar que la derivación de la utilización del agua para fines agrícolas y no mineros, sería una alternativa viable. Lo que habría que lograr es que no sean las agencias internacionales, ni las empresas, las que, por el lado de la oferta (acompañada de un “oportuno” financiamiento ad hoc) nos impongan la agenda de desarrollo.
Dos ejemplos, contrarios entre si, a tener en cuenta, la provincia de Neuquén, con sus más o menos, ha avanzado en proyectos planificados estatalmente que han generado algunas alternativas en, por citar algunas, salicáceas y viñedos. Bien que se deberá dejar correr el tiempo para tener una evaluación más precisa ,
Como contracara por otro lado, en Río Negro, los chinos han obtenido 250.000 hectáreas para ponerlas bajo riego, así como el manejo total del Puerto de San Antonio Oeste. Una contracara que no se diferencia mucho de Navidad aparentemente. No tanto por sus implicancias ambientales, que seguro las tendrá como por la extranjerización de tierras en concesiones dignas de señores feudales.
Como ven son dos alternativas muy diferentes, una producto de un área, muy devaluada por el auge neoliberal, la de planificación, otra propuesta por un oferente que compra voluntades con la manzanita de “inversión ,crecimiento - desarrollo, trabajo, exportación”.
Hay años de estudio en nuestras agencias y universidades locales sobre las potencialidades silvo-pastoriles, fijación de médanos, y otras producciones que, con agua, energía, y caminos adecuados ,podrían poner en valor la enorme extensión que rodea Gastre, Gan- Gan, Paso del Sapo, es decir ese espacio que con el límite al norte del Río Chubut va de Gualjaina a Pto. Madryn, casi un país en términos europeos.
Hay programas contra la desertificación que en las últimas décadas han atravesado de norte a sur y de este a oeste la provincia, ¿qué propuestas tienen?
¿ Son ciertas las condiciones agroecológicasde Paso del Sapo?
Los subsidios, enormes, al transporte que permiten poner tomates, papas, zapallos, repollos, ajos, etc desde 2000 km. al norte en nuestros supermercados. ¿No se podrían volcar a un proyecto de soberanía alimentaria chubutense.? O no nos damos cuenta de que la mayor parte de lo que comemos en cada papa o batata en realidad es petróleo.
En que quedaron los estudios realizados por las agencias para los ajos, las cebollas, algunos copiosamente regados con fondos del Fondo Financiero Permanente, ¿ fueron solo un agujero negro o quedo conocimiento?.
Hoy la experiencia israelí, en complejos y eficientísimos sistemas de riego, la experiencia China sobre el norte y oeste de Pekín en plantaciones para frenar el desierto también son datos a agregar, con la previa aplicación del principio precautorio.
Los parques eólicos, localizados in situ no pueden darnos pueblos con energía ecológica donde desde la calefacción hasta las cocinas sean eléctricas y nos dejemos de cortar la poca leña, o gastar más energía en llevar garrafas que la que las mismas garrafas producen, etc. etc.
O pensamos que es mejor subsidiar los edificios inteligentes de Puerto Madero donde viven bacanes que subsidiar un proyecto para nuestros paisanos.
No se trata de que los contadores nos expliquen que las cosas que proponemos hoy son más caras, sino si aún son más caras atendiendo a la enorme cantidad de subsidios que existen y se van sin que se noten.
Me parece que el desafío pasa por allí y no por encadenarnos como única medida al NO a la Mina. O, y esto es peor, a comprarnos los discursos anticapitalistas y antiestatistas ( neoliberales, por su discurso descreído de la política, disfrazados de marxistas) de muchos intelectuales que nos presentan criticas atendibles pero luego pasan de estos escenarios al cajero del Conicet o las Universidades a retirar sus sueldos.
Si hay agua, si el acuífero tiene una recarga tan grande como para lixiviar tanto oro, le sobra para producir comida, que labure la gente, que tenga asfalto desde Gualjaina a Madryn la ruta y que lo que allí se produzca, hoy subsidiado, mañana sea un lugar de vida para los chubutenses, tanto para los que están, como para los que quieran ir.
Es imprescindible plantear ahora la discusión para evitar tener que ir dentro de 10 años a ver el pozo que hizo “Navidad”. Y que los nuevos chubutenses parafraseen el Rawson Line de hoy , 30 de agosto, diciendo Pan American siempre fue cambiar oro por baratijas.

Rusvi Tahan