La visión que se nos presenta en
este tramo de la puja política nacional da lugar a un sinnúmero de
interpretaciones, curiosamente todas tienen algo en común enfrentan, en la
arena nacional, a un Estado aún maltrecho contra el modelo socioeconómico neoliberal
que se niega a retirarse.
Para colmo de males, diría mi
padre, algunos soldados del Estado son eso, están allí por la soldada, es decir
la retribución que ello implica, con lo que su convicción empieza y termina
cuando sospechen que ya no pagará ser parte de ese bando y allí puede darse el
caso, como en aquella película épica en cinerama “ La caída del imperio romano”,
que si pasa un carro de guerra tirando monedas ( o cargos) los centuriones y
sus legionarios se pasen de bando.
Pero dejemos al pobre Estado
donde esta, pugnando por demostrar que lo constituyen tres poderes que ( para dar una metáfora católica
son una unidad como el padre, el hijo y el espíritu santo) y no que, como se da
en la actualidad, haya dos poderes que
le respondan y un tercero que, salvo
honrosas y curiosamente en estos días excepciones como lo de Pedraza, responda
al modelo capitalista ( digamos, ya que estamos con las metáforas católicas,
el diablo).
Me interesa hoy analizar dos
cuestiones la primera y , si no fuera tan real, más graciosa, esa especie de
Obra Social prepaga que el modelo neoliberal ha creado en la Argentina por el
que hay una ambulancia manejada por un chofer que se llama: “interés individual”
que recoge y reagrupa a una banda de cuentapropistas políticos que han patentado,
comprado o heredado un copyright político ( léase
sello de goma en términos más de militantes) y les permite armar UTEs ( Unidad
Transitoria de empresas pymes o mejor diríamos travestismos) que le garantizan
seguir en ese tipo de política, garantizando su soldada parlamntaria u otros lugares
con total desprecio por su historia, sus votantes y la Nación entera.
Esa ambulancia además gira permanente
y por todo el país permitiendo esotéricas reagrupaciones localistas, en digamos
clínicas de campaña, como las del ejército, es decir se arman para recibir los
heridos, recauchutarlos y reagruparlos, que, si no fuera porque los medios dominantes
han apagado la luz de la realidad, obligaría a los ciudadanos que los votaron a
escraches y hasta furia destructiva sobre ellos.
Bueno, como ya se imaginaran, me refiero a un combativo Pino Solanas,
peronista él, de izquierda él, asociándose a Lilita Carrió, radical ella, ARI
ella, pero sobre todo ella. O a Victoria Donda, la vedette del congreso,
asociada a Prat Gay. A radicales como Gil Laavedra que duda aún en que clínica se dejarán bajar. A De Narváez que pone
la guita, que su buen contador le salva de pagarle a la AFIP, es decir pone
nuestra guita, en propaganda de calle y televisiva donde se presenta como un
nuevo tipo de superhéroe que se llama: “vos”.
Para pensar en lo local los dejo
a su gusto.
Ustedes lectores me dirán que allí
hay de todo, que Prat Gay o De Narváez no necesitan laburo pues uno rápidamente
puede ir al JP Morgan y el otro puede abrir en un periquete una nueva aerolínea
super segura. Error amigos, si el Partido del Estado triunfa, y lo hace como
corresponde, tendrán que ser más creativos y deberán gambetear la pobreza ,una
pobreza distinta a la nuestra, obvio, se acabaran los negocios financieros y
las empresas insolventes.
Argentinidad al palo si la hay,
esa ambulancia del capitalismo
neoliberal es también una creación nuestra. No hay casi ejemplos en el mundo,
que estos dirigentes admiran, por derecha o izquierda que permita están curiosas
migraciones gerenciales. Muy por el contrario en casi todos los países sacar
los pies del plato, votar en contra del partido político por el que asumiste y
otras cuestiones tan pedestres son casi un suicidio. Nadie piensa en España, Francia, Alemania, Gran Bretaña , que
un parlamentario saque así nomás los pies del plato. Y, aún si me lo ponen de
ejemplo, en EEUU hay veces que los demócratas o republicanos votan diferente a
la postura mayoritaria, pero lo hacen en general atendiendo a cuestiones que consideran
estratégicas o a los lobbys que eelos mismos representan y a los que la
sociedad ha consentido. Seguro hay excepciones, que como aprendimos en matemática
confirman la regla.
La segunda cuestión está íntimamente
ligada a la anterior y es el mantenimiento de la bandera de la anti política
como mensaje social destructivo del Estado. La anti política, que reúne a un entusiasta
ejercito qu los 4 D, 11 E, 13 F, o 18 A, marcha porque se siente estafado,
incomprendido, ahogado por la AFIP, censurado por un gobierno fascista
hitleriano, es el arma más poderosa con la que cuenta el actual modelo
neoliberal, que aún en crisis se resiste a desaparecer, en parte porque entró
con tal carnadura que en general solo se lo critica en sus aspectos más
visibles, la economía devastada, el enriquecimiento de unos pocos, el hambre
popular, pero no en aquel exacerbado individualismo que a través de la cultura
ha logrado poner en la matriz de muchos de nosotros.
No obstante pese a su esfuerzo
por reeditar permanentemente el 2001 a través del gordo Zanatta, Majul, Oppenheimer,
Bayly, Castro ( no Fidel Dios me
guarde), y toda la peña, lo que está sucediendo es que la sociedad se ha dividido
entre los que creen en el Estado y/o la política, y militan o adhieren y los
otros. Pero en un proceso de discusión durísimo
que atraviesa y revitaliza a la sociedad.
Quizás lo más curioso sea que hay
un sector que se considera politizado y cree tener derechos, por su formación y
su historia, que desplazado por la nueva
corriente de gente de a pie politizada le hace el juego a la anti política
diciendo que ya está bien con tanta división, con tanta crispación, que eso en
Europa y las Universidades del Primer Mundo no se consigue. Que hay que bajar
un cambio.
Mucho me temo que no que no hay que bajar
ningún cambio, hay que meter más gente, desarmar la Obra Social , detener la
ambulancia y fortalecer aún más a un Estado que debe, tiene la obligación, de
fortalecerse para, como minimo, mediar entre el capital y la gente.
La reforma judicial, y, agrego la
de una burocracia compenetrada, si se logra democratizarla, es regresar a la
unidad necesaria para defender el Bien Común.
Rusvi Tahan