Un invierno con nieve, paros de colectivos y muchos turistas
depositó a Abdul en mi casa durante varios días.
Su compañía es siempre interesante. Pero lo que resulto
realmente innovador se disparó cuando el leyó mi nota "Recordando a Leopoldo".
Una mañana, tomaba un café, al tipo le gusta el café, por
razones ancestrales seguro, no el mate, asi que pasa de café a café, me miró y
me dijo: vos sabes que conozco muchos variotipos que son muy interesantes y tu
nota me los trajo del recuerdo.
Bueno, tenía un informante que pensara temas por mi asi que propuse: hagamos una secuencia , vos me contas una historia
y yo la voy escribiendo, al ciclo le ponemos: Mañanas de café con Abdul.
Se rió fuerte, como siempre lo hacia, y me dijo “y daaaale”,
imitando el dibujo de Tino y Gargamuza.
Lo primero que me trajo Leopoldos, arrancó, fue la historia
de un empresario nacional, empresa mediana, década del `80. Lo conocí a través
de su gerente administrativo que era un amigo.
En aquella época, mediados de los 80 había un negocio buenísimo,
comprar cheques. Le sacabas el 13% adelantado. Te explico, un tipo necesita
guita, pongámosle que sea un bolsero de ropa o electrodomésticos, su negocio es
el cash, tomemos el bolsero de electrodomésticos ( en aquella época eran Perez
Picaro, Scioli, Bruckmann y otros menos conocidos, que a veces ni tenían
negocio a la calle, solo galpones) si tienen la guita se juntan, un oligopsonio
del subdesarrollo, se van a Usuahia, en aquella época, se meten en BGH o Noblex
y dicen: cuantos televisores tenés ahora ¿400/ 1000?, y ¿radios y equipos de audio? y así
armaban un paquete gigante.
Bueno, ofrecían, tenemos acá la
guita, en el bolsillo, en el sentido literal, nada de bancos ni transferencias,
guita en valija. La operación mita y mita, mitad en negro mitad en blanco, les
cierra a todos, los armadores de Usuahia o Río Grande necesitan cash, y además negrear
ventas para seguir mostrando pérdidas y recibir más subsidios de Nación. Los
bolseros venden al contado o a crédito, en todos los casos cobrando de lista el
doble que lo que habían pagado, como mínimo.
Bueno yo tenía una financiera, una oficina pequeña un par de empleados, líneas de teléfono y contactos, en
Villa Ballester y juntaba inversores. Allí, a través de Jorge, su gerente administrativo, conocí a este empresario. Un tipo
enfermo, un paranoico. Me invitó a cenar y después me ofreció llamar a unas
escorts, yo la verdad no acepté, no por moralina, sino porque el tipo tenía mala uva. Donde se come
no se manicurea ¿te acordás?.
Bueno el tipo se dedicaba a hacer obras de infraestructura
para grandes empresas y tenía mucha habilidad para “aceitar” a los gerentes de
compra. De Goodyear, de Firestone, de Philips, etc.
Había, en aquella época, en total 3 empresas que hacían lo mismo y acordaban
precios entre ellas, es decir cartelizaban y se repartían las obras. Por ende
las cotizaciones eran, según me confesó mi amigo, costo, generosamente
calculado, por 2. Y exigían un anticipo de 50% por ciento y el resto se
ajustaba con una fórmula polinómica que se hacía atendiendo el ultimo corte de
aumentos. Ponele si era 40 sueldos, 30 chapa 30 cemento y ayer habian aumentado los sueldos, la formula de ahi en adelante era 30 sueldos, 40 chapa y 30 cemento, hasta que aumentaba el cemento y se cambiaba nuevamente, es decir siempre se preveia el siguiente escalón.
Mucho no entendí esto de la formula debo confesar, pero Abdul ni me dejo preguntar, siguió.
Bueno la cuestión es que, cuando agarraban el anticipo, el
negocio estaba en comprar los materiales cash , ponele con suerte un 30 % del total del anticipo, el resto, 70 % lo colocaban en
cheques comprados. Como el contador era mi amigo de la secundaria le cuidaba
mucho el tipo de cheques que le ofrecía.
La relación fue buena durante un año más o menos. Ambos ganamos mucha guita. De pronto
me dejan de llamar seguido. Lo llamo a mi amigo y le digo ¿están en problemas?
¡No! me dice: tomemos un café.
Nos juntamos, a la tardecita, en un bar de Gral Paz y Del Tejar. Allí, Jorge,
medio amargado, me cuenta que el empresario, en una de sus típicas salidas
paraniocas, le había presentado un contador que jugaba tenis con el y que era “asesor
financiero”, un verdadero chanta. Pero el empresario, paranoico y todo, era
propenso a ser figureti y el contador compartía con el tertulias en el Club de tenis del Colegio privado de sus hijos, entonces, como siempre se dio corte de inteligente y de que
necesitaba otro target para asesorarlo y se compró el programa del contador-tenista.
En poco tiempo fue obligando a Jorge a ir centrando todas las
colocaciones en ese tipo, mi amigo cada tanto y para no perder el norte, me
llamaba y me ofrecía alguna cosita. Un día me llama y le digo, no hay mucho,
algo de Sagasola, algo de Schcolnik, pero no se, no me gustan le dije.
A él le cambio la voz, ¿Schcolnik? ¿Estás seguro? . Si le
digo ¿por qué? Y porqué el trucho me metió 6 cheques de la papelera. Me
preocupe y le dije: dame una hora y te llamo. Obvio, llame a amigos del Banco Federal,
de Consultores Asociados y coincidimos que la papelera estaba “empapelando “ el
mercado. Llamé a Jorge y le dije sácatelos de encima.
El tercer cheque lo enganchó la convocatoria de Schcolnik, es decir los habían cagado.
Por supuesto la historia siguió así, Jorge cargó con el quilombo, el empresario
se hizo el distraído. Su lema era: “que buen negocio que hice, que mal negocio
que hizo usted”, así que Jorge la pasó mal.
Un año después me llamó, se iba, estaba harto, el tipo ya era
insoportable y cada vez más paranoico y fabulador, asi que me dijo: antes de
que me eche la culpa de algo me voy.
Meses después el empresario me hizo llamar por su nuevo
gerente, me invitó a cenar y me dijo: bueno su amigo se fue, estaba en algo
raro acotó, hizo un silencio, como buscando mi asentimiento, yo: cara de póquer.
Entonces , con una sonrisa, me dijo ustedes son de confianza y nosotros podemos
seguir haciendo negocios. La plata va con la plata, asi que por un par de años,
mientras el negocio dió seguimos los dos haciendo plata. El plan primavera y la hiper me obligaron a buscar nuevos negocios y al tipo los ´90 le dejaron la emporesa en la lona. Pobres laburante, el zafó obvio, se había cubierto con dólares.
Así que: Rusvi, el empresariado nacional que se hace de abajo,
tiene a veces muchos vicios, está acostumbrado a negrear, trabajadores, impuestos,
a demandar auxilio del Estado y básicamente a pensar que todo se debe a su
sagacidad, y nada al esfuerzo de los demás.
¿y el empresario extranjero no es igual? pregunté. Si, obvio, me dice Abdul, pero como es extranjero uno ya
lo supone.
Rusvi Tahan
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