Hace
exactamente 10 años, días más, días menos, tuve el honor de trasladar, en mi
Dunita azul, a Osvaldo Bayer desde El Bolsón a Esquel. Creo que en la vida se
me han dado pocas oportunidades de tener a “un personaje” público para charlar
a solas durante las dos horas que duró el viaje.
Pase a
buscarlo a la casita que UNTER ( el sindicato docente de Río Negro) tiene en El
Bolsón y de allí lo llevé, a pedido de mi amigo Jorge, al encuentro de Ciencias
Sociales que se realizaba en Esquel.
Hablamos de
todo. Siempre conservaba esa seriedad y sobriedad, aún en sus chistes. A veces
Osvaldo comentaba cosas de sus recuerdos del paisaje, yo, que era el chofer,
preguntaba y escuchaba. Entre las cosas que hablamos, había temas tan diversos
y amplios como su tratamiento, entiendo que algún tipo de cáncer, en una
clínica alemana. Estaba sorprendido y alegre de lo gracioso que le había
resultado la marcialidad germana. Me contó que en cuanto al régimen de comidas,
en ese momento se había puesto de moda el valorizar la dieta mediterránea en
contra de la dieta nórdica. Es decir y simplifico
entendemos por dieta nórdica: el chucrut, las salchichas , el cerdo, la cerveza
vs. la dieta mediterránea, es decir: las ensaladas verdes, las aceitunas, los
quesos y el vino tinto. Que los especialistas alemanes, luego de leer que se
había comprobado que la dieta mediterránea
era “más sana” la implementaron en la clínica.
Lo hicieron
al modo germano, me dijo, creo que se burlaba un poquitín de sus antepasados,
para hacerlo llamaron a todos los internados a una reunión en el salón
principal e informaron, sin dudar y sin posibilidades de protestar, que desde
ese día, dadas las infalibles estadísticas de los beneméritos especialistas, se
implementaría en la clínica ese régimen
y que el mismo incluía un vaso de vino tinto en las comidas, obvio, para
aquellos que quisieran tomarlo, lo que provocó una ovación en los hombres y una
despectiva mirada sin que faltara alguna airada protesta, por considerarlos a todos, médicos y
pacientes, imperdonables borrachines, de las damas de la clinica.
A que viene
todo esto, les cuento, en ese momento Jorge Lanata estaba denunciando por todos
los medios posibles, salvo Clarín y Pagina 12, obvio, que Pagina 12 había sido
comprado por el grupo Clarín y que la línea editorial se había ido a la mierda.
Y por eso él, en total desacuerdo con eso, dejó de ser su Director General.
Así que luego de hablar de Roca, los Pueblos
Originarios, la Patagonia Rebelde y muchas cosas más, mi curiosidad pudo más, y
sabiendo que era y es uno de los columnistas habituales de la contratapa de Página
12 le pregunté sobre el tema.
El, sin
darle trascendencia, como todo tipo que piensa bien y no quiere apresurar
especulaciones al pedo, me dijo que no creía, que, es más, estaba casi seguro
que no era así, que nadie había informado nada, que ningún otro de sus
conocidos en el diario le había dicho nada y que eso era una cosa muy
importante como para que se mantuviera oculta. Por otra parte, agregó, he
mandado mis notas y nadie me ha dicho nada, ni han sugerido a ningún periodista
que había cambios en la línea editorial.
Como había
amigos míos que me decían que para Clarín, como otros medios en el mundo, era
lógica la operación, pues con Pagina
ocuparía finalmente, toda la franja de clase media, ya que sumaría la progre, a
las que desde hacia años seguían con
Clarin la desarrollista y la sin
posición etc. Quede a la expectativa, pensando que quizás Osvaldo aún no se
había enterado, de cómo evolucionaran las cosas.
Las cosas
evolucionaron, como sabemos, con una enorme campaña de Lanata desde su programa
Día D los domingos, donde denunció al monopolio y mostró las intrincadas redes
de control editorial y la cantidad de medios que había acumulado. Esta posición
de Lanata, en relación al grupo Clarín la mantuvo hasta el 2009, en cada uno de
los programas que presentó, como bien se puede ver en los archivos que 678
presenta sobre él.
Mientras criticaba a Clarín, Lanata fue derivando su estilo
periodístico, anticipando esta onda Enrique Pinti que lo llevaría al teatro de
revistas, y dramatizó la llegada de Nestor K. al poder presentando un escenario
con pingüinos, nevadas y viento, y a Sietecase, Tenembaum y otros informando
sobre cada movida de funcionarios de la Patagonia a BuenosAires. Empezó, creo
que con cierto aire de porteñismo militante, a desgranar esta información de
desembarco pingüino sobre Buenos Aires, una remake de Menem con el Eduardo,
Bauza , Dromi y Nazareno, todos del norte cordilleranos en aquella época.
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