Tres notas recientes
dan cuenta de la misma preocupación de este blog de encontrarle la vuelta a la
cuestión de los precios en la Argentina. Una cuestión que no es menor en
ninguna parte del mundo, que sufre las mismas peripecias seguramente, pero que,
en nuestro país, se ve agravado por el hecho de que sus principales
exportaciones son de bienes que directa o indirectamente llegan a la mesa
familiar. Es decir que su aumento en el mercado internacional necesariamente se
traslada al plato de cada día. Ustedes me podrán decir que esto le pasa a
todos, pues si aumenta, aumenta para todos, para Argentinos o Alemanes. Lamento
bajarlos de un hondazo hermanos míos, diría el Guru Sri Sri.
Lo que sucede es que
Alemanes, Brasileños, Italianos y demás, subsidian la alimentación y la
producción de alimentos, pues para mantener vivo el capitalismo y lograr que
los obreros no pidan más plata, deben tener baja su canasta familiar de
alimentos. Hasta hace unos años lo habían logrado por la simple vía de mantener
bajos los precios de los productos agrícolas. Es decir bajos o negativos los
términos de intercambio, por lo cual, simplificando, vendíamos barato y comprábamos
caro. Pero hoy la necesidad de generar renta financiera a nivel global a hecho
que comprar soja a futuro o maíz a futuro, como si fueran acciones desvirtúan
los precios mundiales. Si a eso agregamos o viceversa, que China compra todo
tenemos un problema ( no Houston como en Apolo 13, sino Buenos Aires).
Así en un artículo de Pagina 12 del
lunes 03 de setiembre Tomas Lukin levanta dos informes de economistas íntimamente
ligados nos señala en el primero escrito por Andrés Asiain
denominado :¿Bendición o maldición?. Allí el autor señala que:
“…si en el plano externo los
altos precios de los alimentos suenan a una bendición, en el plano interno
pueden generar grandes inconvenientes. Un informe reciente de la Cátedra
Nacional de Economía Arturo Jauretche muestra que el incremento en el precio
interno de los alimentos registrado entre 2006 y 2012, se explica en gran
medida por el alza internacional de la cotizaciones de los granos y oleaginosas
de exportación. La utilización del trigo y maíz como materia prima para la
producción de fideos, harinas, polenta, engorde de pollos, entre otros, hace
que parte de la inflación externa se traslade a la mesa de los argentinos.
Adicionalmente, el alza de la
soja también afecta el precio de los alimentos pese a que pocos argentinos
incluyan en su dieta a la oleaginosa. Es que el yuyo verde compite con las
demás producciones por el uso de la tierra cultivable, incrementando los costos
de los arriendos que se mueven al compás de su cotización internacional. El
valor de la hectárea en la zona núcleo de la provincia de Buenos Aires se
multiplicó por tres en los últimos 6 años, alcanzando los 10.000 dólares promedio
para julio de 2012.
Otro efecto indirecto del auge
sojero es el desplazamiento de los cultivos de verduras, hortalizas y frutas de
la periferia de las ciudades, con el consiguiente encarecimiento de los costos
de producción y transporte. El desarrollo de numerosos emprendimientos
inmobiliarios de amplias extensiones destinados a sectores de altos ingresos ha
sido alimentado por el excedente del agro, desplazando a los quinteros que
tradicionalmente ocupaban ese espacio.”
Asían sugiere que : “En Argentina, aún sobreviven en los márgenes de la frontera
agropecuaria un amplio sector de pequeños campesinos. Una fuerte política
estatal de apoyo al desarrollo de ese sector podría ser una fuente de
abastecimiento de alimentos para los sectores populares. De paso, se estimula
la configuración de un nuevo actor social que pueda enfrentar el
conservadurismo político que emana de las organizaciones que conforman la Mesa
de Enlace.”
La segunda nota es complementaria de esta y nos
señala que esta preocupación de Asian se contrapone con los recientes acuerdos
con Monsanto para comercializar la nueva semilla de soja transgénica, esta
nueva semilla desplazará a la anterior y, con ella, a los márgenes de ganancia
que esta sustentaba, por la posibilidad
de los productores de guardar su semilla, posibilidad lograda luego de enormes
batallas del gobierno nacional, defendiendo el criterio de que un productor
rural tiene el derecho a guardar su propia semilla, derecho ancestral obvio,
eso se logró porque Monsanto no cumplió con los requisitos de patenets en
Argentina en su momento, ahora avivada
Monsanto patentó esta semilla en la Argentina y su comercialización esta sujeta
a un contrato que dice que no se puede guardar so pena de ser juzgados. Nos
encontramos aquí con condiciones no de libertad de mercado sino de fijación
amañada de precios y comercialización. Tenemos, al igual que en la nota que
sigue condiciones leoninas de contratos que conducen a una transferencia de
ingresos enorme de los productores a Monsanto. Y de Monsanto al extranjero. Es
decir se repite el desarrollo del viejo pacto colonial remixado en la genética.
Recomiendo leer la nota Entusiasmo
puesto en duda de Valeria Arza y Anabel Marin que esta a continuación de la
anterior.
Finalmente para que
podamos ver lo complejo del panorama de precios agrego un análisis de Alfredo
Zaiat sobre el precio de la ropa, otro componente importante de la canasta
familiar. La nota de Zaiat explica que:
“Una de esas
cadenas de valor, el complejo textil-indumentaria, sirve para ilustrar / la/
heterogeneidad productiva y, por consiguiente, para abordar la cuestión
precios. En los últimos años se ha producido una ampliación de la brecha de
precios entre productos destinados al consumidor de clase media y alta, y el
resto. El aumento de precios en el segmento de alto poder adquisitivo derivó en
que indumentaria básica tenga un valor equivalente en dólares más alto que el
de otros mercados, como el estadounidense o europeo.
Los economistas Diego Coatz y
Mariano Kestelboim detallan en la investigación “La formación del precio de la
ropa” esa heterogeneidad productiva y las diferencias de precios dependiendo
del mercado consumidor. Explican que la plaza de indumentaria está fuertemente
segmentada en un sector ABC1, con formalidad laboral y elevados precios de la
indumentaria, que involucra al 20 por ciento del total comercializado, y otro
informal con productos importados vía contrabando y de producción nacional
también informal y precariedad laboral que alcanza al 80 por ciento restante.
En este último mercado, “los precios son mucho más económicos”, afirman. A la
vez señalan que la variable precio no es tan determinante de las decisiones de
compra del segmento premium que se concentra en los shoppings. El consumo de
las clases medias y bajas se trasladó mayoritariamente a otras zonas, como el
Once, la calle Avellaneda en Flores y las ferias informales. Por eso indican
que la mayor parte de la población accede a la indumentaria a precios mucho más
bajos que en los shoppings.”
Para tratarlo con sorna, como diría el popular
Micky Vainilla, los precios bajos están controlados por negocios de bolivianos
( y coreanos seguramente).
Finalmente y entrando en el precio final y su
composición surge que: “El aspecto
relevante del estudio de Coatz y Kestelboim es que se sumerge en la puja
distributiva por la captación de rentas hacia dentro de la cadena de valor
textil-indumentaria que opera en canales de venta formales. En ese sector
igualmente el eslabón de la confección mantiene un elevado grado de
informalidad y de trabajo clandestino. Esa puja se expresa en precios altos que
terminan condicionado el análisis del fenómeno inflacionario general.
Calcularon que en ese rubro de la actividad textil la formación de precios de
la indumentaria se divide en 34 por ciento por el proceso industrial desde la
materia prima hasta el producto final, 40 por ciento por los costos del canal
comercial y financiero y 26 por ciento por impuestos.”
Para decirlo con claridad, si bien para fabricar
las grandes firmas usan empleo en negro o casi esclavo, en el resto, donde
tienen que lidiar con Shopping o Bancos se avienen a pagar esos costos, por lo
que una chomba de marca que vale 300 mangos su costo es de 100 puesta en
estantería por la misma marca dueña de la tienda y lo demás es para la cadena
de intermediación y los impuestos. Les sugiero leer la nota pues es muy amplia
su explicación sobre el negocio de los shopping, lo que advierto es que el
negocio de los shopping se asienta al igual que el de los countries en vender
seguridad, no precios o calidad. Seguridad que venden gracias a la generación
que las empresas de multimedios, que seguramente son socias de los shopping o
de las inmobiliarias y administradoras de camping exacerban hasta el cansancio.
Ahora bien, porque en Esquel no son más baratas las prendas, y porque los
shoppings exigen que otras tiendas, e incluso outlets no puedan vender más
barato so pena de ejecutar un contrato leonino.
Termino insistiendo en la necesidad de que todo
buen gobierno debe trabajar en atender estos problemas, y creo que las medidas
tomadas hasta hoy, ya son insuficientes, el mercado se ha adaptado a ellas y
encuentra las formas de eludirlas o cambiarlas. Solo el gobierno y no solo el
nacional, sino también el local, deben avanzar sobre este tema. La infinidad de
micro proyectos de confección que se han bajado a los pueblos, asi como el
trabajo de años del Programa Social deberían servir para desarrollar confección
y soberanía alimentaria. Si aún no lo han hecho deberíamos revisar los
programas y redefinirlos.
Las soluciones que engorden solo a los poderosos no
darán resultado.
Rusvi Tahan
2 comentarios:
Coincido plenamente con la reflexión final. Interesante blog, lo sumo a mi blogroll y le copio y pego el final de esta entrada, con la respectiva mención, como corresponde.
Saludos Cordiales.
yo hace unos pocos meses que vivo en un apartamento en buenos aires ya que me vine a estudiar a este país. veo que los precios son un poco altos pero no puedo comparar con otro momento ya que no estuve aquí pero si puedo decir que es difícil mantenerse con un sueldo promedio
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