La historia de Redrado
Ninguno de nosotros ha dejado de ver la telenovela del verano, donde el “Golden Boy” como le gusta llamarse, galancete de guita y de cuarta, Martin Redrado se transformó en la revelación de la pantalla chica.
Como estaba de vacaciones solo lo seguí por los diarios y no quise escribir hasta que el ultimo capitulo no me permitiera ver la estatura del actor.
Hace años que no veo un tipo tan ególatra. Ayer, y gracias a él, me entere que la economía no la maneja el Ministro y menos los K. Todo eso eran fabulas de Clarín. La economía de los últimos 6 años, las reservas, el dólar, la deuda externa, la estabilidad monetaria, etc. Etc. Son solo atribuibles a Martin Redrado. Si Alfonsin lo hubiera tenido jamás hubiera caído, y ni hablar de De la Rua, para que lo puso a Cavallo, lo hubiera puesto a Redrado y zafaba.
Bueno un delirio. Pero, un delirio evitable, hace 8 años Zlotoviazda pasó un video de autobombo de Redrado donde ya se veía que el flaco se creía Gardel. Y los K deben pagar el costo de haberlo designado.
Lo que hicieron los K es de manual de político negociador, lo hace Lula, lo hace Obama, etc. Etc. Lo que sucede es que los políticos en la Argentina no son como los brasileros o yanquis, los políticos en Argentina son de cuarta, pues ¿qué diferencia a Redrado de Prat Gay? nada, ¿a Redrado de Roque Fernández? nada. Uno u otro juegan de asesores para los políticos en acción, si no miren a Lilita exultante porque ahora Prat Gay le sirve de algo.
Pero lo verdaderamente preocupante es que los políticos juegan el juego destituyente para ellos mismos. El juego de la impolítica, de la desonfianza, el juego que permitirá la construcción de candidaturas clarinescas o del dueño del medio más vivo. ¿Manzano quizás?.
Me parece que el gobierno ya está en un lugar donde lo que diga caerá mal, pero a fuerza de ser sincero, a ese lugar llego manejando solo. Y se estacionó allí.
Puede cambiar, puede repetir el camino del segundo semestre del 2009. Pero para ello le hace falta algo más que agallas o decisión.
Le hace falta grandeza. Y puede que aún teniéndola, no tengan grandeza el Pino, el Chango, Lozano, Sabatella y nos vayamos al carajo. De la derecha no espero grandeza como verán.
Rusvi Tahan
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