Debieron pasar tres años de corte del paso internacional y dos de la derogación de la 125 (1) para que se empiecen a escuchar las voces que admiten, en Gualeguaychú mismo, la inconsistencia ética que supone la exigencia de que se desmantele una pastera en tierras uruguayas y la defensa del derecho a producir soja transgénica y a fumigar masivamente con glifosato en los campos entrerrianos.
Días antes del Bicentenario, una ONG ambientalista entrerriana desafió al mismísimo De Angeli a admitir tal incoherencia en el acto que la FAA preparaba con la intensión de “paralelear” a los actos oficiales de la Av. 9 de Julio.
Previsiblemente en una provincia donde la Soja RR cubre un 70% (1.300.000 has) de la superficie cultivada provincial, la idea no mereció respuesta del aludido (ni de la FAA), ni la difusión por los medios periodísticos locales ni provinciales.
Sorprende un poco que esa sinapsis no se produzca en otros ámbitos asamblearios y movilizados en contra de la megaminería, de las represas, de las fumigaciones, etc.
Se entiende menos, que los diversos Foros que militan la causa ecologista en nuestro país, como la Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE) y otros, no reclamen esa elemental coherencia de principios a la Asamblea Ambiental Ciudadana de Gualeguaychú (AACG).
Por estos días, en correos y mensajes de texto se expresa la necesidad de apurar la manifestación de la solidaridad con la lucha de esa localidad en contra del funcionamiento (que ya no la instalación) de la pastera finlandesa, pero se evitan las referencias al corte, y se reprueban las disidencias de organizaciones que ya no quieren seguir haciendo ese seguidismo sino se produce una puesta en escena más completa de la problemática ambiental que afecta a esa zona, a Entre Ríos y a sus provincias vecinas.
Como se sabe, la producción de Soja Transgénica (Soja RR) es un paquete tecnológico que incluye la siembra directa y la fumigación con el herbicida Glifosato (Round Up). A raíz de su altísimo precio internacional esta oleaginosa se ha convertido en un monocultivo que provoca mismos los efectos que todos los monocultivos: pérdida de biodiversidad productiva, pobreza y expulsión de poblaciones que se autosostenían con cultivos tradicionales, dependencia comercial de mercados extranjeros, alza de los precios internos de los alimentos, vertiginosa e incontrolada expansión de la frontera agropecuaria con su secuela de inundaciones y despojo,… consecuencias históricamente conocidas, pero multiplicadas exponencialmente en la actualidad dada la hegemónica escala que alcanza en nuestro país.
Para que el negocio funcione, las 19 millones de hectáreas que se sembraron con soja este año DEBEN fumigarse con cerca de 300 millones de litros del herbicida. Una parte significativa de semejante rocío cancerígeno y mutagénico se derramará sobre la población aledaña a los campos. Diversas investigaciones ya han demostrado esos efectos y decenas de casos de intoxicación gravísima, muertes y malformaciones en humanos y animales se han documentado y la indignación ha tomado estado público en Santa Fe y en Córdoba(2) .
En opinión de quien esto escribe, la actitud de no requerir que la AACG ponga claro sobre oscuro su posición con respecto al problema de la fumigación con glifosato, se basa en el fundado temor de que tales “asambleístas” no admitirán contradicción alguna: que la pastera sí contamina (aunque no han podido demostrarlo en La Haya) y que el Glifosato es inocuo, como bien dice su fabricante.
Como ocurre en otros ámbitos con los aliados circunstanciales, se prefiere evitar algunas preguntas incómodas para no tener que oir la respuesta.
Malaonda Lujanero
Notas al pie
1 Retenciones móviles.
2 Se viene denunciando desde hace años, el gran aumento de abortos espontáneos,diversos tipos de cáncer, leucemia y malformaciones en los nacimientos en zonas sometidas a los agrotóxicos del complejo sojero de Entre Ríos y Santa Fe. Las Madres del Barrio Ituzaingó, en Córdoba expusieron 200 casos de cáncer sobre 4.000 habitantes. En San Cristóbal y en Malabrigo, en Santa Fe, poseen uno de los porcentajes de malformaciones en los nacimientos más altos del país. La UNLitoral encontró en 2006 que en esas zonas el 86% de las madres en lactancia poseían restos de agrotóxicos en la leche.
En el Chaco, sólo una década, los casos de cáncer en niños se triplicaron y las malformaciones en recién nacidos aumentaron 400 por ciento, según un estudio oficial de la Comisión de Investigación de Contaminantes del Agua del Chaco, presentado la semana pasada. Las cifras surgen del Servicio de Estadísticas del Hospital Pediátrico local y destaca que un 25 por ciento más de casos son atendidos directamente en el Hospital Garrahan de Buenos Aires, por lo cual las cifras totales de casos es mayor.
En el lapso de un año, entre 1997-1998, hubo en Chaco 24.030 nacimientos, de los cuales se contabilizaron 46 malformaciones. Una década después, en doce meses entre 2008 y 2009, se registraron menos nacimientos: 21.808, pero se multiplicaron las malformaciones: 186 casos. El informe oficial destaca que se pasó de un índice de 19,1 por cada 10.000 nacidos a 85,3.
La Justicia ordenó frenar las fumigaciones y exigió urgentes estudios de impacto ambiental, en medio de altisonantes declaraciones de ruralistas que lo atribuían a “manipulaciones del Gobierno en contra del Campo”.
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