Los norteamericanos le
tienen miedo a todo. Stephen King
Dos aviones
en dos meses con más de 500 personas a bordo, los dos con un halo de misterio
en su desaparición, el primero ni siquiera fue hallado. Se lo trago la tierra,
o el mar quizás si somos más precisos.
Un pueblo,
el Palestino, condenado casi a desaparecer. Y no es solo Israel, sin quitarle
el merito que tiene el Estado de Israel de olvidar su propio drama, Francia, Inglaterra y Jordania son, además de
EEUU, responsables centrales de esta historia.
Esto que es
tapa de todos los días podría ser mi tema de hoy, pero no. Hoy me dedicaré a
contarles, para quienes no la vieron, el eje central de la última temporada de
la serie 24 del canal Fox, que termino hace unos días.
El eje
central de la serie es que un ex – agente de la CIA, un asesino menos querible
incluso que Jason Burne. Del que nadie
confia, es el que se ocupa de rescatar un dispositivo que, hackeo mediante,
permite entrar en los sistemas de las Fuerzas Armadas Norteamericanas y
manejarlas a su antojo.
Quienes
están implicados en la fabricación de este chiche diabólico, ¿adivinen?: Un
grupo de terroristas árabes, una ONG pacifista, los chinos y los rusos.
La serie
empieza con los terroristas árabes apoderándose del manejo de los drones
militares norteamericanos y usándolos en su propia contra en Afganistan y luego
en Londres.
Una pequeña digresión o, como
diría Feimann el bueno, lateralidad, la ex Ministra Garré explica que: Drones es un término que en
principio hace referencia a vehículos no tripulados, o sea, que no llevan un
conductor en su interior. Nótese que nos referimos a vehículos, y no
simplemente aeronaves, ya que también hay drones terrestres y acuáticos, aunque
los que más se han popularizado recientemente son los aéreos. En realidad,
“dron” es un vocablo que abarca una variedad tan grande y diferente de cosas
que no dice mucho sobre la naturaleza, funciones y propósitos de los objetos a
los que se refiere. Limitándonos únicamente a los voladores, que es en
definitiva los que están generado controversia, tenemos desde pequeños aparatos
lanzados a mano por su operador, con un peso no mayor a los 10 kg y una
autonomía de vuelo de unos pocos cientos de metros, hasta aeronaves del tamaño
de un avión de transporte de pasajeros de 100 plazas capaces de atravesar
continentes enteros. Como se ve, decir dron no es diferente a hablar de avión
para designar tanto un aeromodelo de propósitos lúdicos como una aeronave de
transporte de pasajeros, un caza interceptor o un bombardero estratégico.(Pagina
12del 3/7/2014)
Hay entonces
drones militares y los hay también con fines de investigación, como los atmosféricos,
como los que controlan el transito, y hasta los que tienen fines impositivos,
por ejemplo sobrevuelan las ciudades, sacan fotos y detectan construcciones no
declaradas. También están los que sobrevuelan el campo y sacan fotos de las
vacas que nadie tiene o de los silos bolsa que nadie declara. Cosa que pone tan
nerviosos a los gauchocratas argentinos y a los inversores en el Nordelta que
lograron que un grupo de científicos y el Diario La Nación salieran a
cuestionar que se fabriquen esos aparatos en Argentina o en Unasur. Por aquello
de: “da lo mismo fabricar Pucará que
Caramelos” , un guiño de los Chicago Boys de Martinez de Hoz a la Fundación
Mediterranea que banca Arcor la mayor fabrica de golosinas de Latinoamerica.
Actualmente dos países en el
mundo lideran el mercado internacional de la fabricación de drones, ¿adivinen?
Estados Unidos e Israel.
Bueno aclarado lo de los drones
vuelvo a 24, Jack Bauer, el agente en cuestión de la CIA mata a los terroristas
árabes, pero por culpa de la ONG pacifista el dispositivo cae en manos de los
chinos, por lo menos de los chinos ex comunistas, que trabajan para ¿adivinen? ¡Si!
los rusos.
Obvio que Bauer recupera el
dispositivo y mata a chinos y rusos. Pero la serie termina con Bauer entregándose
a los rusos para salvar a una amiga.
A qué viene toda esta historia.
¿nos interesa realmente una serie de Fox tan de derecha?. Y si, nos interesa,
razones, en primer lugar la serie se hizo el año pasado, antes de que, o mejor
aún, armando el escenario para que Putin aparezca, por lo menos para los
miedosos norteamericanos, ahora como el nuevo Bin Laden. Putin que -aliado con
los chinos, a quienes le garantizará el gas que le sacara a Europa y obligara a
los pobres europeos a morir de frio- anticipa una era glaciar sin tanto cambio atmosférico.
Era patetico ver como la CNN,
apenas unas horas después del ataque al avión de Malaysa Airlines, le atribuyó
a los rusos el hecho.
Pero además la serie anticipa las
razones por las cuales EEUU considera al eje Rusia China un problema, y que
obvio deslegitima para su público a las reuniones de los BRICS, o sea Brasil,
Rusia, India, China y Sudafrica, y a sus posibles aliados como Argentina.
La serie también va en sintonía con
las solicitadas que Paul Singer, el jefe de los Fondos Buitres sacaba en EEUU
hace un año contra el acuerdo de Argentina con Irán para ver si se podía esclarecer
quien había provocado el atentado a la Amia. Como íbamos a confiar en los musulmanes.
Todo esto edifica la construcción del miedo en la sociedad norteamericana
y por propiedad transitiva en toda la sociedad capitalista mundial. Que agrega
gente a quines dan miedo, los negros subsaharianos, los cabeza del conurbano,
agreguen ustedes lo que quieran al menú.
Pero así como Rambo 3 nos enseña como fue que Bin
Laden fue creado, 24 nos enseña como son y serán los movimientos imperiales,
sin miramientos, para intentar impedir o al menos retrasar un mundo más
multipolar y menos ruinoso para los pobres.
También 24 nos
enseña, por propiedad transitiva, como la embajada de EEUU y sus visitantes cipayos
argentinos son cómplices de esta situación, llámese Sergio Massa, Magdalena
Ruiz Guiñazu, Joaquin Morales Sola o Martin
Redrado.
Finalmente debo señalar un fallo
en 24, grosero, faltaba un cubano. Propongo que en la nueva temporada el papel del cubano se lo
den a Francella, ya que Darín ya se negó a hacer de sudaca malo.
Rusvi Tahan
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