viernes, 8 de noviembre de 2013

Normalidad

Yo tenía 6 o 7 años y recuerdo que, a cada rato, había una asonada militar, lo decía Radio Colonia, con el tiempo supe que entre azules y colorados, y entonces a cada rato mi abuela salía a comprar azúcar, yerba, aceite, harina. Cada tanto también volteaban un presidente: Frondizi, Illia, Onganía y seguía mi abuela corriendo a buscar provisiones por si las moscas. En los setenta cuando salías podías encontrarte con un estallido de bombas, una manifestación y a medida que avanzó la década que no se te ocurriera andar sin documento, era para problemas hasta 1975, después eras boleta. Fueron boleta 30000.
En los 80 , además de perder una guerra y tener un montón de gente muerta, para el común la lógica era, si uno podía, meterse en cuotas a pagar algo no demasiado caro y a comprar cosas previendo la inflación. Que llegó, a finales, a ser un infierno. Hiper le llamábamos.
En los 90 no hacia falta correr a comprar nada, nada aumentaba, tampoco había laburo, uno estaba como en ese juego de la silla en el que todos giran alrededor y en cada parada de música te sacan una silla y alguno se queda afuera, así era cada día, cada mes, quedarse afuera era, a veces, demasiado literal ya que muchos optaron directamente  por irse del país.
Los 90 terminaron de lo peor, el dos mil nos recibió con los fuegos artificiales del Euro y en un año con los fuegos de todo el país incendiado, mientras, el increíble e inefable De la Rúa se iba en helicóptero,  el dólar subía al cielo junto con él y estafaban a medio país quedándose graciosamente con los ahorros de la gente.
En menos de dos meses tuvimos cuantos ¿ 5 presidentes?.  Un año después tuvimos elecciones que ganó….. ¡Menem!. Pero como Dios es Argentino no le alcanzó y quedó Nestor.
Ahora pensemos como en una película. Ves a Nestor con el bastón haciéndolo girar. La película cierra allí y aparece un cartel que dice: 10 años después.
Uno, digamos yo, que viví todo eso que les conté y muchas más cosas que no conté, porque no terminaría la nota, piensa la imagen con que me encontraré será como la franja de Gaza.
Aparece una tapa del diario con voz en off y dice: la Presidenta Cristina Fernandez, la esposa de Nestor recuerdo en ese instante, está enferma hace un mes.
¡Huy! pienso, mientras que la imagen muestra paisajes,  esto está todo incendiado. Seguidamente aparece el Vicepresidente Boudou inaugurando una obra. Las noticias más importantes son, casi viejas y anodinas, que hay aumento de precios, escasea el dólar y que tal o cuál botinera se peleó con el novio.
Me acomodo en la butaca y espero noticias más terribles, salen unos políticos diciendo el Fallo de la Ley de Medios tardó cuatro años en ser resuelto por la Corte Suprema. Pienso empezó en un juez de por allí y terminó 4 años con un fallo de la Corte, ¿y? esos tiempos, para la justicia argentina, son relativamente cortos. Nos parecieron largos, pero fueron cortos, hoy recién se conocerá el fallo de Bulacio, 20 años después, el crimen María marta Garcia Belsunse tardó un montón más en tener condena firme, y por lo que leo por allí aún faltan algunas chicanas.
Sigue la película y dice la presidenta se reintegra la semana que viene.
Salen unos economistas y dicen tenemos problemas por el dólar porque nos faltan. ¡Chocolate por la noticia!. El mail de mi maquina me avisa que me entró una oferta de Groupon para ir a Isla Margarita, cliqueo, me dice le quedan 48 horas y ya hay 8 pasajes vendidos. La oferta es: ¡en pesos!.
Me ofrecen en otro mail un televisor de 42 pulgadas, y pienso no tengo pared donde ponerlo.
Sigue la película, los políticos denuncian que la Corte Suprema falló mal, creo recordar que casi todos elogiaban a esa Corte cuando frenó la reforma judicial.
Pero el impacto más grande fue obviamente sentir que, pese a todo, estoy en lo que cualquiera, que vivió lo que viví, llamaría un país normal.
Rusvi Tahan




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