jueves, 12 de diciembre de 2013

De la gorra




Se puede hablar de otra cosa que del conflicto policial, es difícil. Se ha dicho y se dicen enormes cantidades de cosas, algunas mas pertinentes que otras.
Yo quisiera remarcar que hay muchísimas cosas para solucionar en ese ámbito, pero intentare dar mi visión sobre algunos aspectos que condicionan la solución actual y que deben modificarse.
Uno de los principales problemas es el nivel de consideración político social de las fuerzas policiales, los argentinos, habida cuenta de nuestro triste pasado, en la mayoría de los casos, consideramos a la policía como un mal necesario, más mal que necesario.
Es una fuerza que por imperio de su rol, y del que le adjudicaron en general desde el poder, se lleva mal con la particular idea de libertad que cada uno tenga. Es una fuerza que no solo ha sido despreciada por los políticos, que al inicio del orden nacional la usaban para ordenar díscolos y pobres, sino que también ha sido despreciada en los gobiernos militares, los milicos la tenían en muy baja consideración la mayoría de las veces la gobernaron con un general o oficial de alto rango. La adhesión de la gran mayoría de los policías sin rango o suboficiales al peronismo en los cincuenta fue otro factor de persecución y descrédito.
A los acuerdos con políticos locales se sumaron los “acuerdos” con las distintas formas de actividad económica, si tengo un negocio, le digo al cana que no le haga la multa al camión si llega fuera de horario de descarga, si tengo un VIP de putas le pago unos mangos por su silencio o lo “habilito con las chicas”. Aparecieron los rebusques mejor armados, la “tercerización” de las multas, comisionándoles un porcentaje por la cantidad de multas y así un montón de cosas.  La lista de recursos extras que terminaron ordenándose en cajas policiales paralelas son quizás infinitos. Igual estas cajas no eran para todos. Pues la gran mayoría no quería o no sabía de estos temas, por lo menos de su magnitud. A veces es mejor hacerse el tonto.
Dos temas agravaron este panorama, uno, y recurrente, las crisis económicas reiteradas, que la relegaron salarialmente como a todos los empleados públicos, maestros, médicos, etc. Sus reclamos fueron tratados con sordina. Y entonces así como el sistema de salud es un colador económico social, como muchos médicos llegan y se van a los horarios que se les da la gana de los hospitales públicos pues están obligados a encontrarse otros rebusques en guardias en privados, en atención domiciliaria etc. El policía común el no habilitado por las cajas especiales se encontró haciendo “changas” en bancos, empresas, etc. para poder parar la olla.
El segundo y más grave, en tiempos del proceso un número de efectivos en especial de la oficialidad fueron sumados al botín de guerra de la represión. Esto último fue terrible por su carga moral.
Por otra parte esta pobre consideración social, la pobre remuneración y demás, a un hombre que porta un arma y tiene permiso para ello lo pone en una terrible prueba.
Entonces despreciada aunque necesitada por el poder político, atravesada por un montón de problemas de corruptela interna, de negocios y cajas paralelas, en los últimos años el kirchnerismo procuró encauzarla, pero en general solo llegó a impedir que reprimieran, por lo menos los federales. Nunca logro meter en caja a los políticos ni a las policías provinciales.
Sería injusto no señalar dos grandes intentoa que se hicieron en los últimos años, el de Sain con la creación de la Policía Aeroportuaria con mando civil y el de Arslanian que creó una Bonaerense paralela con la intención de, para decirlo en términos bancarios crear un banco malo para los malos y que fuera consumiéndose con el tiempo y un banco bueno con otra cabeza e imagen. Scioli no lo vio así y volvió a darle el mando a la policía a través de Casal. Y ahora sumó a Granados que es un promotor de fuerzas municipales.
Pregunta¿ si no hay guita para la policía ya existente de donde saldrá las de los municipales?. Aca en Lago Puelo ya tenemos un ejemplo.
La rediscusión del tema policial implica la rediscusión de todo el aparato estatal, ¿para que está , para que sirve y a quien sirve?. Si seguimos despreciando el aparato estatal, no queriendo pagar impuestos, y no encontrando una salida social a esto, será difícil que le encontremos la vuelta a la “cuestión policial”, lo que está claro para mi es que todo es de resolución política y del campo de los políticos. Se presentan como candidatos a defender los intereses sociales, entonces tienen que poner el cuerpo para defender las instituciones estatales y conducirlas. Con los riesgos que ello implica, pero bueno yo no me postulo, el que se postula debe cargar con el problema del Estado.
La advertencia es que los maestros, los porteros, los médicos, pueden cortar la calle y quemar gomas, los policías pueden eso y mucho más pues tienen fierros. Y hasta donde yo se un Estado Nacional lo es en tanto y en cuanto conserve el monopolio de la fuerza.
Por último, está claro que toda esta asonada no fue por contagio, sino que fue viralizada desde las usinas históricas de la política, digamos Duhaldistas delasotistas, a los que se sumaron en Tucumán los mafiosos como Ale, en Córdoba los narcos, en Santa Fe idem y así sigue la lista. Pero solo explicarlo desde allí no alcanza, hay que mirar el efecto devaluatorio que esto implica, el reodenamiento de la economía a la que estamos siendo conducidos. En definitiva todo se ubicara además en el dólar a 10, incluido los salarios, que con la asonada y las remarcaciones serán licuados.
Rusvi Tahan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Rusvi
muy bueno el artículo 'De la gorra' y, al mismo tiempo, cuantas cosas para pensar, como siempre.
'De la Gorra', ¿¿por qué?? ¿Es equivalente a 'de la nuca'? o 'del tomate'? o 'del marote? Antes que aludir a la locura (son expresiones populares para designar un estado de alienación y de exaltación) se me ocurrió que podría referir a un contagio viral que va tomando a un grupo que tienen algo en común, además de esa enfermedad. Pero 'de la gorra' hace presente 'a la gorra', expresión que incluye 'los extras' que se ven necesitados de hacer muchos uniformados (particularmente los de más bajo escalafón policial), ser 'extras' en temas de seguridad (o inseguridad, según uno quiera ser descriptivo o nominal) y la 'extra'ordinaria facilidad con la que tratamos estos malos habitos con parte de la realidad y los invisibilizamos, entre otros extras.
En los años que llevo vividos he visto al policía de la esquina (ese que era confiable, al que se le podía decir "vigilante barriga picante..."), a la cana de principio de los 70 pegando en la puerta de la facultad de medicina cuando cantaba Piero, o Supay, o la Negra Sosa, con gases y caballos. La de la dictadura cívico-militar del 76 en adelante, la que repartía miedo. La buena policía que intentó construir Pirker, al fin a al cabo, el único Jefe de la Policía Federal con reconocimiento social y confianza en su persona; fue después del retorno de la democracia y pudo, rápidamente, modificar las cosas en la calle y en el ánimo de los ciudadanos. Luego creo que nos fuimos al carajo con 'la mano de obra desocupada', las cosas fueron deteriorándose hasta llegar a los policías narcos, como sucede en Santa Fe y 'el gatillo fácil'.
Coincido con vos en las descripciones que hacés de 'la fuerza'. Quisera agregar lo siguiente: la policía, como lo son todas las fuerzas armadas, recibieron de la sociedad el mandato de usar las armas para velar por la seguridad interior; entonces la Ley habilita a estos hombres a portar un arma y utilizarla en aquello y contra aquellos que hacen lo mismo pero la Ley se los prohibe. Esto requiere tener una posición ética pero no he visto a ningún policía hablar de ésta. Al contrario, a la pesada carga que soportan porque todavía no ha habido un acto de reparación por las atrocidades que cometieron desde la triple A a la llegada de la democracia, tienen esa pobre consideración social, de desprestigio y desprecio, que ellos se encargan de mantener con una vigencia que preocupa. Y soy de los de la idea que cuando falta toma de conciencia, reparación y elaboración de las situaciones traumáticas (la mayoría de las circunstancias en las que intervienen las policías son situaciones traumáticas por que se hacen en la sombra, silenciosamente, sin palabras y en situaciones terribles. Vg. 'Margarita Verón' o 'Walter Bulacio', por traer dos emblemas del accionar policial). Los fantasmas y los muertos nos siguen habitando.
Y todavía no hablamos de cuánto cuesta una vida, la del ciudadano común y corriente, la de un policía, la de la sociedad. Ni mencionamos los saqueos yendo de la mano con la huega de las policías provinciales. Pero será para otra ocasión.
Una coincidencia más me lleva a rescatar tu idea de que esto no es un problema de la policía, es un problema de todos como sociedad en donde tenemos distintas responsabilidades y diferentes cosas pendientes de hacer, comenzando por los que quisieron ser elegidos para mejorar nuestra Argentina, representativa, republicana y federal.
Gracias por darnos a pensar estas cosas para que no dejemos que nos las cuenten.
Mario.