La semana pasada estuve en
Mendoza, participé del Interescuelas de Historia. Las ponencias que escuche
sobre Capitalismo y Estado en el siglo XX fueron en general muy sugerentes. La
gran mayoría, como era de esperar hacían referencia a la zona porteña. Solo un
par, entre las que estaba la mía, hablaban de otros lugares.
Quiero, preocupado siempre en
el rol de las instituciones estatales, contarles algunas cosas que escuche en
la ponencia del Prof. Banzato referida a inundaciones en la Provincia de Buenos
Aires entre 1880 y 1910.
¿ Por que?. Porque estos
trabajos, este en particular, nos remiten a problemas de gestión estatal
recurrentes, donde el poder económico y el político están entremezclados y
cuando no lo están el poder político se encuentra limitado por el poder económico,
además de su propia limitación ideológica, no está acostumbrado a enfrentarse
al poder real. Como diría la Sra. Presidenta:”los titulares”.
Hay tres cosas que plantea el
trabajo que me resultaron muy interesantes.
La primera la ocurrencia de un
importante cambio climático, por lo menos para la Región Pampeana, hacia 1850,
cambio que da fin a: “una “Pequeña Edad de Hielo”, con clima seco
y frío entre 1450 y 1850, a la que siguió un cambio el régimen de lluvias que
fue aumentando progresivamente hasta hoy (Deschamps, Otero y Tonni, 2003;
Laprida y Valero Garcés, 2009)”. (Banzato :2013)
La segunda es que, entre
proyectos de largo aliento y estructurales, como el que en1884 se publicó: “Las
secas y las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Obras de retención y
no de desagüe”, de Florentino Ameghino, cuyo título anunciaba todo un programa de trabajo o, por el contrario, proyectos cortoplacistas
y coyunturales, se optó por estos
últimos, es decir la lucha contra las inundaciones no fue integral, sino
parcial, sectorizada y referida a los lugares donde los lobbies de los
terratenientes eran más poderosos. Por eso fueron más beneficiados aquellos que
estaban en la zona de desemboque de los Ríos Salado y Samborombon, sobre la bahía
de Samborombón, como la familia Leloir.
Que, además, estos grupos
hicieron lo imposible para no pagar los gastos de estas obras, que los beneficiaban
directamente. Usaron diversos mecanismos, como el negarse a pagar e ir a la
Corte Suprema provincial, o lograr que se dictaran leyes, que modificaban a la
anteriores, de manera sucesiva sobre el mismo tema, cada dos o tres años, lo
que haría enormemente engorroso cualquier litigio.
Y finalmente los contratistas de las obras ganaban las
licitaciones e inmediatamente planteaban problemas que eran obvios antes de la
licitación. Entonces apenas iniciadas las obras alegaban que eran de mucha
mayor dificultad y aparecían problemas no previstos, lo que implicaba mayores
costos. Por otra parte manejaban los tiempos de las obras para que estas nunca
se terminaran y salieran una fortuna. Lo que es peor, cuando la Provincia de
Buenos Aires se quiso resistir a este abuso, la Corte Suprema falló a favor de
las empresas, convalidando los mayores costos, lo que me hace sospechar que
desde el mismo armado de los pliegos se había preparado la estafa al estado.
Banzato lo dice elegantemente: “A las dificultades en la recaudación del
impuesto específico que auxiliara a los fondos públicos, se sumaron las de las
empresas constructoras que reclamaban mayores costos ante las dificultades del
terreno que, si bien previsibles como decían los ingenieros de las agencias
estatales, solían retrasar los trabajos o decididamente abandonarlos” (
Banzatto: 2013).
Bueno, conclusión, la obra de
Yaciretá que duro decenas de años es un ejemplo en el siglo XX de estos
manejos, la negativa a pagar retenciones móviles a las exportaciones y su
bloqueo en el senado es otro. La
realización en nuestra región de obras hídricas cortoplacistas y que atienden
solo a mitigar el problema sin prevenir la deforestación que produce deslaves e
inundaciones, la ubicación de familias en zonas inundables o, las
especulaciones inmobiliarias ligadas a proyectos a realizarse como la represa
de La Elena, son ejemplos locales de una historia que cada día se hace más
visible para los especialistas, pero esta invisibilizada para la gente de a
pie. Entre otras cosas porque el mismo Diario La Nación informaba en 1880 e
informa en 2013
Rusvi Tahan
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