Esta de moda hoy hablar de ajuste ortodoxo o heterodoxo para explicar
las medidas que el gobierno denomina, para zafar del término maldito, “ sintonía
fina”.
La palabra ajuste puede expresar algo necesario como ajustar la sintonía
de un dial o algo horrible como bajarle el 13% a los sueldos es el centro de un
debate que debe mirarse en perspectiva histórica.
Es evidente que uno cambia o ajusta los parámetros en que desarrolla su
vida según cada momento. No es lo mismo si tengo mucho trabajo que poco, si
vendo mucho que poco, si el mundo esta pum para arriba o si esta pum para abajo,
o si, directamente, esta pum.pum. Seguir haciendo las cosas o mirando la realidad
como si estuviera congelada, mirar la foto y no la película, es tener
anteojeras.
La globalización, esa mutación del capitalismo a escala global que se dió
en las últimas décadas del siglo XX. Con el fin del ciclo fordista de
producción, que sustentó la " felicidad" de la posguerra y estaba en la matriz de la idea de
desarrollo, se dio paso a un nuevo sistema sustentado en el avance tecnológico en
las telecomunicaciones y la informatica que permitió un nuevo ciclo el toyotismo o just in
time, la deslocalización fabril, a partir de la transnacionalización de las
actividades económicas, es decir el debilitamiento de los Estados y sus
obreros, para finalmente transformar el mundo en esclavo del capiatl financiero. Todo esto ha penetrado y transformado las estructuras económicas
políticas y sociales de cada uno de los Estados nacionales.
La democracia
argentina recuperada en 1983 nació encorsetada por la deuda externa, los
limites que la corporación militar le imponía y los limites que la corporación
sindical generó en su desesperación por no ser el único sector que pagara estos
cambios mundiales y que habían transformado vía plata dulce e importaciones irrestrictas
la realidad productiva del país.
En 1983, la deuda externa (heredada del régimen militar) ascendía a 45.000
millones de dólares y la inflación del año fue del 430%. Bajo estas durísimas
condiciones a fines de 1983 asumió Alfonsin, de quien ayer se recordó el qunto
año de su fallecimiento. Hacia fines de 1984, la inflación llegó casi al 700%. El dólar pasó de 30 a 200
pesos. Acorralado en su intento por aplicar una política de tipo populista, a
fines de 1984, el gobierno concretó un nuevo
acuerdo con el FMI que presuponía derivar un elevado porcentaje del ingreso
nacional para el pago de
intereses de la deuda. Al comenzar el año 1985 Juan
V. Sorrouille, es designado Ministro de Economía
la inflación
alcanzó al 30% mensual y la desocupación al 4.5%. El
14 de junio de 1985, el ministro Sorrouille anunció el “Plan Austral”, proponía
un tratamiento de shock: el Banco Central cesaba de
emitir moneda para financiar el déficit fiscal. Se creaba un nuevo signo monetario, el “austral”, que valía 1000
pesos argentinos y se fijaba así una nueva paridad
con cada dólar (a 0.80). Se aplicaba un desagio a los contratos, para eliminar la indexación prevista y se
congelaban precios y salarios, luego de un aumento
previo del 22%5. Se impone con éxito ya
que es acompañado por la opinión
pública: la inflación baja del 30% mensual al 2% y se produce una reactivación del consumo. Como
contrapartida, a pesar de la caída de la inflación, el poder adquisitivo de los salarios
baja un 21%.Alfonsín anunció que se estudiaría una “Reforma del
Estado”
En 1986, establece
“flexibilizaciones” al plan: con un aumento controlado de tarifas y tipo de cambio, otorgando incrementos
salariales. Como consecuencias de ello se produjo entonces
un rebrote inflacionario: en julio, la inflación aumenta un 8.8% y el dólar vale 1.02 australes. A fines de ese año,
la inflación alcanza el 80%, y las exportaciones caen
notablemente. En 1987, la Argentina integra con Brasil y México el “grupo de
los tres mayores
deudores” para tratar en común el grave problema de la deuda externa. Lo que
provoca la reacción de EEUU y rápidamente acuerdan con Mexico dejando a la
Argentian solita. Para profundizar las medidas económicas se creó un “Consejo Empresario Asesor”, los
capitanes de la industria, al tiempo que se anuncian privatizaciones y desregulaciones de empresas y servicios
públicos. La inflación anual era entonces del 170%.
Debido a la grave crisis quedaban solamente 500 millones de dólares como saldo del comercio exterior, lo cual
generaba un agotamiento de las reservas del Estado.
El
gobierno intentó un nuevo plan económico: el “Plan Primavera” (agosto de 1988),
que trató de lograr un acuerdo con el sector empresario para estabilizar los
precios. La CGT lanzó en contra de este plan el duodécimo paro general. Todos
sabemos cómo terminó eso, el sector empresario contesto con el bolsillo y
terminamos en la hiperinflación.
De
allí en más Bunge y Born primero y luego el departamento de Estado dijeron quienes
serían nuestros ministros. La primer confiscación abierta de ahorros, un
antecedente del corralito también fue pergeñada por Domingo Cavallo, aunque el
no la aplicó, sino Erman Gonzalez, fue el “Plan Bonex.
En
enero de 1990, como el 8 de diciembre del 2001, se sorprendió a la población al
transferir los depósitos en los bancos a certificados bancarios con intereses a
títulos a diez años, confiscando en la práctica los ahorros de la clase media
(el “Plan Bonex”).
A
ese plan lo siguió al año siguiente el “Plan de Convertibilidad”, ¿se acuerdan
1 peso 1 dólar?, ambos permitieron acordar el “Plan Brady” en marzo de 1992. ¿En
qué consistió el Plan Brady? En primer término, debemos tener en cuenta para su
análisis que, dentro de la elevadísima deuda externa, el gobierno argentino le debía a los bancos
comerciales 30.954 millones de dólares, de los cuales 7.880 millones
correspondían a intereses vencidos. El 30 de enero de 1992, en Nueva York, el
entonces Ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo, le proponía al comité de
bancos acreedores, pagar dicha deuda con bonos. Esta propuesta ya tenía el
visto bueno del Fondo Monetario Internacional. La oferta argentina tuvo la
forma de un menú integrado por varias alternativas, de las cuales el banco
acreedor elegiría la más conveniente a sus intereses. ¿Cuándo no?. Este acuerdo
convirtió al Plan Brady en un mecanismo de “refinanciación” más que de
“reducción” de la deuda. ¿Quiénes se beneficiaron con el Plan Brady? Todos
aquellos que pudieron aprovechar la mayor oferta de créditos externos (los
bancos, tenedores de bonos y los intermediarios).Otro dato es que para pagar se
entregaron las empresas públicas; el gobierno no midió las consecuencias
sociales de estas políticas, que dejaron gran cantidad de empleados públicos
sin su fuente natural de ocupación, quedando al margen del sistema laboral. Recordemos
en Chubut Comodoro e YPF.
Completando la
acción el gobierno de Menem encaró un severo ajuste fiscal , dispuso la Reforma
del Estado y de Emergencia Económica, se supendian todos los juicios que se tuvieran por cobro de
dinero contra la Administración Pública Nacional, entidades autárquicas,
empresas y organismos del Estado. La suspensión de los pagos y los juicios se
prorrogó hasta el 23 de agosto de 1991, fecha en que se dictó la Ley de
Consolidación de la Deuda Pública. Es decir seguridad jurídica para los
acreedores externos, jamás para los argentinos.
La última experiencia de ajuste feroz también, como en el menemismo, se
dio en un lapso prolongado, empezó con el megacanje y la reducción de los salarios
y jubilaciones y termino con la segunda confiscación de los ahorros 10 años después
del Bonex y con el mismo inteligente intelectual que cada vez que se le
quemaban los papeles le sacaba la guita a la gente, Cavallo. Lo curioso es que
hay mucha de esa gente que aún lo escucha. Vale la pena ver a Redrado,
Melconían en los videos de aquella época tratándolo como un dios.
Hoy también, jaqueado por los beneficiarios de los cambios mundiales,
empresarios trasnacionales, dueños de commodities , banqueros y, obvio, por los
sindicatos que no quieren ser los patos de la boda, en el marco de una recesión mundial que los países
centrales quieren hacer pagar a la periferia, el gobierno aplica medidas de
ajuste de su economía, que intenta que no recaigan exclusivamente en los
sectores más desprotegidos, basta ver y comparar las recomposiciones salariales del Austral y las actuales y la inflación del Austral y la actual. En la capacidad que tenga para sortear con mano
propia este momento y nuestra buena memoria, dependerá de su suerte y la nuestra. Porque la alternativa
es volver al Departamento de Estado vía Massa y a la versión linda de Cavallo
vía Redrado o peor aún algún fantasma que salga de ese cocoliche que llaman “UNEN”.
Rusvi Tahan
1 comentario:
Lamento no tener discrepancias. El ironismo histórico me impide decir que es una excelente reseña. Pero lo es.
Oscar
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