lunes, 4 de agosto de 2014

Políticas nacionales, dos derroteros históricos confrontan nuevamente.




En la historia de los últimos 40 años dos grandes avenidas de decisión macroeconómica se plantearon,  la del poder de la Argentina histórica, recetas liberales ( ahora neo), desempate a favor del campo y las empresas extranjeras y bancos sobre los trabajadores y la industria nacional. Rodrigazo mediante, y luego desembarco de los Chicago Boys, dibujaron un camino de desindustrialización, país para pocos, disciplinamiento social vía desempleo ( ejército industrial de reserva diría Marx). Esa receta duró hasta 2001, y solo se fue por sus recurrentes impericias y la angurria sin fin de sus beneficiarios. Desde 1975 hasta hoy solo ha habido dos momentos en se que intentaron llevar adelante una política diferente, dentro del marco capitalista, obvio,  de independencia frente a los acreedores externos y el capital. Es decir presidentes que procuraron diferenciar al estado de los poderes económicos y arbitrar entre el poder económico y el pueblo.
Esos dos momentos son el momento de la dupla Alfonsín - Grinspun y el actual periodo K.
Esta nota, que ayudada por un excelente libro de Nestor Restivo llamado “el accidente Grinspum, un ministro desobediente” rescata de la memoria al único momento antes del actual que se intentó poner freno a los acreedores externos y los cipayos internos. Película que desde Rivadavia y la Baring Brothers, pasando por Avellaneda, Juárez Celman y los dos Roca, el presidente y su hijo, se repite con, por lo menos, dos de sus actores históricos, la oligarquía campestre y los bancos extranjeros. Ahora se han sumado las multinacionales y los multimedios a ese equipo haciéndolo aún más poderoso.
Solo Yrigoyen con la “neutralidad” , el petróleo, la reforma universitaria y luego Peron con la triada Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social nos dieron en 200 años 20 de políticas de un Estado diferente. Dejo a Rosas y a Illia afuera, ya explicaré porque en otra nota.
Pero vayamos al centro de esta nota, en diciembre de 1983 asume Alfonsín y designa a Bernardo Grinspum, un economista y viejo militante nacional universitario de formación desarrollista, como ministro de economía.
Alguien se acuerda de Grinspum, no, ni los de la Junta Coordinadora, ni los alfonsinistas más acérrimos, la inmensa mayoría ( podríamos rescatar a Moreau hoy, que no representa a nadie, casi, y alguno más) de los radicales lo han enterrado y bien enterrado. Una injusticia no solo para Grinspum sino para militantes perseguidos por la dictadura como Kosakoff.
Que planteo Grinspum al asumir,   una política de confrontación con el Fondo Monetario Internacional, ordenando auditar la deuda externa y con el fin declarado de declarar la nulidad de la deuda ilegítima. La exteriorización más notable de esa estrategia fue la organización del llamado "Club de Deudores" que intentó tomar forma con el Consenso de Cartagena. La presión de los acreedores, el FMI y los Estados Unidos, logro hacer fracasar estas iniciativas. 
Restivo en su libro sostiene que “Un claro pensamiento nacional y popular le hacía afirmar a don Bernardo Grinspun, o el “ruso” como le decían los amigos, en plena dictadura militar que el régimen instaurado tras el golpe del ’76 no tenía futuro porque la Argentina es un país que crece en base a su mercado interno y, por ende, deprimir el salario de los trabajadores era deprimir el consumo y con ello la demanda y el nivel de actividad. Grinspun demostraba estadísticamente que en la Argentina, desde 1945 en más, el Producto Interno Bruto (PIB) crecía si crecía el consumo, y viceversa. Y que, a su vez, los empresarios sólo invierten si tienen mercado para vender, y ese mercado en nuestro país se constituye con la demanda interna, que no puede ser suplida por la demanda externa focalizada, básicamente, en productos primarios con poco trabajo incorporado.”
Grinspum impulsó así un Club de Deudores latinoamericano que intentará revisar y renegociar la deuda externa.
Los límites de Grinspum los marcó tanto el frente interno como el externo. La banca y los sectores concentrados sumaron a su frente anti Grinspum a los sindicatos peronistas, que por una parte buscaban recomponer derechos perdidos y salarios y por otro estaban manejados todos por la llamada “ortodoxia” que no era más que la derecha peronista en el sector trabajador. Por otra parte el peronismo, que “no puede estar sin el poder” estaba dispuesto a todo para desgastar al gobierno radical, sin medir en gran medida las consecuencias.
Finalmente en el frente externo una decidida política de EEUU para disciplinar a los deudores fue desangrando el Club logrando la defección, cuando no de los mexicanos y luego la de Brasil. Con lo que solo Alan Garcia en Perú y Alfonsín aquí quedaron solitos y sin capacidad de resistir las imposiciones.
Movimientos especulativos con el dólar y con los precios, más paros en cascada, eyectaron a Grinspum y recompusieron a  los neoliberales y su ortodoxia en el gobierno, Alfonsín preanunció con Sourrouille su falta de poder para cambiar la realidad. Falta de poder que los Angeloz, los De la Rua y otros se encargaron de acentuar.
El segundo momento es el de los K. y luego de un decenio de aceptar un “nuevo trato” económico y social, el poder concentrado, la banca internacional y EEUU han decidido reeditar la picadora de carne.
Hoy en lugar de Grinpum, con el mismo ímpetu, la misma claridad en definir a los cipayos, la misma sinceridad para hablar sin tapujos, esta Kicciloff, otro egresado de la UBA y militante universitario.
Del otro lado se van sumando la SRA, la UIA, la Adeba, y los multimedios junto, otra vez, a un sector sindical que también marcha rápidamente hacia la derecha.
Depende de la capacidad política de los dirigentes tanto sindicales como políticos del campo popular para sostener el relato y convencer a los argentinos que : como ayer con “el plan de Grinspun”, hoy el Kirchnerismo impulsa, con limitaciones,  la reactivación y el desarrollo del aparato productivo, una política antimonopólica y la regulación de las importaciones. Intentando ordenar el sector externo y restablecer el equilibrio interno, desacelerando la inflación, al mismo tiempo, realizar cambios estructurales para una “modernización” de la economía, con el consecuente aumento de la productividad media –rebajando los costos de producción y fundamentalmente redistribuyendo de manera más equitativa el excedente– mejorando los salarios. Con el fin de alcanzar un crecimiento del PIB constante. Grinspun lo planteaba claramente cuando afirmaba que en la economía la Argentina era necesario que “el crecimiento de los salarios sea mayor que el de los precios, éstos a su vez se eleven por encima de la depreciación del tipo de cambio, y que éste ultimo incremento debe ser mayor que la tasa de interés”. Kicciloff seguro piensa parecido.
En definitiva, dentro de los marcos del capitalismo,  ajustar gradualmente las variables económicas con el fin de conciliar los reclamos no siempre compatibles de distintos sectores sociales, y armonizarlas con los objetivos de saldar y lograr, simultáneamente, la estabilidad de precios.
En ese contexto deben leerse las noticias actuales y debe verse con claridad que al igual que con Grinpum nada puede esperarse de la “bondad” de EEUU. Una lectura correcta es dejar claro que deberemos vivir con lo nuestro y confiar en que un nuevo orden, llamese Brics, Unasur, o lo que sea, debe surgir para, desde los estados nacionales, mediar con el Capital Financiero.
Recordar a Grinspum ayudará a no pocos radicales y muchos no peronistas a repensar su discurso, a releer las noticias y el “relato” anti K. A ver el cipayismo sobre la confusión de algunos.
Puede que haya confundidos, lo que seguro hay son cipayos. Si no revisemos como vengo señalando a los visitantes de la embajada yanqui, a los “defensores de la justicia norteamericana” y a los que van a cenar con los fondos buitres a hoteles en Argentina.
Revisemos los números de la facturación de Bonelli, Lanatta, Morales Sola y sus empresas asociadas, para ver de donde sale la “letra”.
Pero sobre todo no olvidemos a Grinspum.
Rusvi Tahan.
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