Un aporte de mi amigo Juan Quintar de Neuquen.
Rusvi Tahan
La sombra de Roldós
Juan Quintar
El hombre, de caminar cansino, con cierto aire de pesadumbre, se sienta, mira a la cámara y dispara palabras con una voz que uno puede imaginar -en otros tiempos- resonando en la sala de algunos presidentes: “Ecuador, por muchos años, fue gobernado por dictadores pro EEUU, usualmente muy violentos. Se decidió que habría elecciones libres. Jaime Rodós participó como candidato, declarando que su meta como presidente sería asegurarse que los recursos del país fueran utilizados para ayudar al pueblo. Roldós ganó con amplia mayoría (1979), con una ventaja desconocida antes en Ecuador y comenzó a implementar sus políticas, donde las ganancias del petróleo ayudaran al pueblo. Bien, en EEUU no recibieron la noticia con gusto. Fui enviado con otros “sicarios” para “entrenar” a Roldós, para corromperlo, para cambiarlo haciéndole saber que se podría hacer muy rico con su familia si sigues nuestro juego, pero si continuaba con estas políticas tendría que irse. Pero no atendió nuestras razones. Fue asesinado (mayo de 1981). Tan pronto como el avión cayó la zona fue aislada, solo se permitió el acceso al ejército de EEUU que llegaba de una base cercana construida en Ecuador. Cuando se inició la investigación, dos testigos clave murieron en accidentes antes de testificar. Muchas cosas extrañas sucedieron en torno al asesinato de Jaime Roldós, quienes investigan el caso no dudan que fue asesinado y, por supuesto, en mi posición pude sospechar que algo le sucedería a Jaime, fuera un golpe o un atentado, pero él sería sacado porque no era corrupto, no admitía los pactos que le proponíamos”.
El que dispara esas palabras es John Perkins en una entrevista que puede verse en you tube. Está claro que cuando se escucha esta exposición uno cree estar en presencia de una de esas simplificaciones conspirativas de lo que sucede en el mundo. Pues bien, si uno se zambulle en el libro de Perkins, “Confesiones de un sicario económico”, donde relata sus peripecias durante tres décadas de consultor económico internacional, desde 1968 a 2004, la precisión y los detalles históricos dejan claro que el autor fue testigo de esos episodios. Estuvo efectivamente ahí, en las diferentes formas del asedio de EEUU a Torrijos en Panamá y a Roldós en Ecuador, y que –aunque no alcanzaba a ver la importancia histórica de lo que estaba protagonizando- quedó fuertemente impactado por la honestidad intelectual de Roldós como de aquel gran panameño.
El libro es altamente recomendable, hay allí detalles -contados desde el particular ángulo de un asesor económico global- sobre lo sucedido en Irán, Panamá, Colombia, Egipto o Irak. Siempre con los recursos naturales de esos países, como telón de fondo.
Está claro que el comentario sobre este importante testimonio de Perkins deriva de lo que sucede actualmente en Ecuador. Podrá el lector curioso adentrarse o no en el texto, pero está por demás clarísimo que la sombra de Roldós ronda en estos días por nuestro continente. Su asesinato vino luego de que no funcionaran las recomendaciones que se le hiciera y de que iniciara una política de recursos naturales de perfil nacional. Seguramente en estos días habrá quienes se esfuercen en desplegar argumentaciones en torno a la “reducción” de lo que sucede en Quito, como si se tratase simplemente de los sueldos de las fuerzas de seguridad. Mucha agua ha corrido bajo el puente como para al menos no sospechar que las políticas anticíclicas y sobre todo la estrategia petrolera del presidente Rafael Correa son las que están siendo cuestionadas. Está claro que el contexto no es el mismo que el de 1981, y el mejor síntoma de ello es la respuesta inmediata que han tenido los gobiernos latinoamericanos. Supo decir Hegel, en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia, que lo que la experiencia y la historia nos enseñan es que los pueblos y los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia, y nunca han actuado según las doctrinas que de ella se podrían haber extraído. Espero que no sea simplemente el optimismo de la voluntad lo que en estos días me lleva a creer lo contrario.
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