viernes, 18 de mayo de 2012

La Necesidad de una Re Burocratización



Esta reflexión parte de una convicción o dos, la primera: en el sentido weberiano del término, es una obviedad: una buena burocracia es necesaria/ indispensable para que un Estado Nación funcione correctamente.
La mayoría de las burocracias modernas, salvo en Francia e Inglaterra, se formaron como parte del proceso de construcción estatal que ocurrió en Europa, Estados Unidos y América Latina principalmente durante el siglo XIX. Estas burocracias son producto de la necesidad de los incipientes Estados pero al mismo tiempo, como sostiene Rosanvalon, al ser hijas del proceso de la Revolución francesa  nacen con la “desconfianza” sobre lo público/ estatal que las impregna a  todas.
No obstante, con sus mas o sus menos, se estructuró en el país una burocracia: “ necesaria para: (a) obtener la capacidad de extraer de forma regular recursos fiscales de la sociedad, tanto para reproducir la burocracia misma como para desempeñar su rol en el establecimiento de la ley y el orden, el progreso económico ,/../ y (b) desarrollar un cuerpo profesionalizado de empleados públicos capaz de llevar a cabo las crecientes responsabilidades que implica la tarea de gobernar .”( Ozlak, O.)
Esa burocracia acompaño los procesos en los que el Estado nacional avanzó para diferenciarse, un poco al menos, de los puros intereses de la alianza oligarquía-capitales britanicos que manejaba la Argentina y fue responsable de las acciones que permitieron tanto el proceso de la Ley Sáenz Peña como el acceso de H. Irigoyen al poder.
Con el golpe del ´30 se inaugura un proceso de incertidumbre en los estamentos de la burocracia argentina, son testigos, cuando no cómplices, de la venalización de la década infame  corrompida por el renovado maridaje de las oligarquías y los capitales ingleses, del dan cuenta el famoso Pacto Roca-Runcinan y  el escándalo de las carnes y el Frigorífico Anglo.
La llegada del peronismo inaugura una nueva etapa, la politización de los cuadros superiores de la burocracia, motivada por la desconfianza que el gobierno tenía sobre la lealtad y la convicción de esta estructura para con los nuevos paradigmas populares. Este fenómeno se ha repetido de manera sostenida hasta nuestros días.
Es decir la burocracia se transformó en una amplia estructura que sostenía el Estado pero que tenía como jefes, no a aquellos que habían hecho el cursus honorum para llegar a conducirla, sino a los “directores políticos” que cada gobierno proponía, algunos extraídos de su misma estructura, pero que salteaban la tradicional estructura de ascensos para ubicarse encima de la pirámide. El golpe militar del ´76 dio una nueva vuelta de tuerca instalando una estructura burocrática sobre otra al designar militares al frente de todas y cada una de las áreas estatales, incluidas las generalmente intocadas de educación.
Así y retomando a Oscar Ozlak “La burocracia estatal, viuda administrativa de sucesivos gobiernos y regímenes políticos, acaba convirtiéndose en un inmenso cementerio de proyectos políticos”. Esto es notorio para cualquiera que ha vivido más de 50 años.
La consecuencia la tenemos en el relato que a este bloguero le hacia un viejo empleado de Entel en 1984, “mira acá se funciona así, cuando aparece un  jefe nuevo sacamos las carpetas de los cajones y las ordenamos por orden de antigüedad, como deben resolverse. A las dos semanas, si con el tipo no pasa nada, mandamos a los cajones las más complicadas, a los dos meses solo resolvemos las que no nos queda más remedio o las que el jefe pregunta o alguno de afuera apura. Cuando pasan los 4 meses empezamos a esperar que cambie el jefe.”
Por ese camino terminamos hoy en   la burocracia inútil ( el Estado bobo que señala la presidenta) que se instaló sin prisa pero profundamente en la sociedad argentina, la burocracia del famoso sketch de  Joe Rigoli a fines de los ´60 y el arbolito que no podía plantar, de  la imagen más reciente en los ´90 de Gasalla haciendo de una insoportable empleada pública. La burocracia que veía como día a día los grupos económicos acomodaban las reglamentaciones a sus necesidades previo “aceitamiento” de los conductos burocráticos. Es decir una burocracia de la frustración social y de la total falta de autorespeto por su propio trabajo. Que lo único que nos produce es mayor desconfianza.
Una burocracia que Alsogaray y Martinez de Hoz mediante había que destruir achicando el Estado para agrandar la Nación, pero que cuidadosamente fue preservada es esas condiciones de anomia por los mismos que buscaban destruirla, a los efectos de sostener para siempre la debilidad  estatal.
Esta situación es la madre de la segunda cuestión: la catástrofe neoliberal destruyó sistemáticamente la ya frágil noción positiva del Estado y su burocracia. Es decir las instituciones estatales pasaron a moverse en un territorio blando, en arenas movedizas mercantiles que son lo contrario de lo que se espera de un Estado.  La velocidad del mercado amenazando constantemente la consistencia ya fragmentada de las instituciones, nacidas para operar en terrenos sólidos.
Nuestra generación, podríamos decir sin rubor, setentista, que en sus más y en sus menos tiene en sus manos hoy los resortes del proyecto político,  equivoca el rumbo si la reconstrucción del Estado la mira desde la misma perspectiva que veía la política en los años 60/70. Esos años fueron casi una anomalía en la Historia Argentina. Esa sociedad estaba politizada en el buen sentido, buscaba el cambio, de maneras diversas, pero, en los ámbitos politizados de la sociedad, la prioridad de lo público era innegable. La burocracia era mala pero podía, se sospechaba al menos, con una conducción política adecuada servir a los intereses nacionales.
Que quiero decir:  solo con “voluntad”, usando la idea de Anguita/ Caparros no podremos reconstruir el tejido nacional, tejido  que  necesita que sus huesos, sus nervaduras, constituyan  un Estado sólido que pueda poner en caja a los distintos bloques que lo han utilizado históricamente para su propio provecho y pugnan por mantener ese statu quo. Si es que hay más de uno, o es simplemente el bloque dominante histórico que  imbrica el Capital Trasnacional y los grupos nacionales que controlan en conjunto la economía.
Es que los empleados públicos, en definitiva unos de los patos de la boda del neoliberalismo, han tenido en las últimas décadas que priorizar la atención de su propia vulnerablilidad a la vulnerabilidad de la sociedad que ellos deberían haber podido proteger. ( Brenner:2012)
Es necesario entonces reconstruir una burocracia estatal nacional. Esto implica superar la actual composición de la burocracia que parece más una cebolla llena de capas superpuestas de: burocracias anteriores descreídas, nuevas malformadas / clientelizadas, y otras de residuos políticos, que componen una masa amorfa que subsiste sin un norte a donde se quiere ir. Todo esto nos marca  límites que no sólo surgen de lo expuesto, a eso hay que sumarle las presiones externas ya señaladas y normales, de los grupos de poder económico, sino también de factores relacionados con la forma en que las organizaciones operan y los burócratas se comportan dentro de su propio hábitat (competencia entre burocracias; restricciones internalizadas; códigos de ética; procedimientos internos; evaluación de desempeño; y representatividad).
Construir una burocracia formada, no flexibilizada, bien paga, que sea consciente de su rol profesional, es algo que implica construir  un mejor Estado, tanto nacional como provincial.
Por el contrario si, como a todas luces vemos que está sucediendo en Chubut, a raíz de la relación de fuerzas de los sectores internos del PJ que limitan el accionar del gobierno, seguimos sumando capas a la cebolla agregando en cada repartición municipal o ministerio gente fiel / afín sin revisar lo que existe, sin la convicción del proyecto/ trabajo que se quiere llevar adelante, esa construcción de lo nuevo no solo no se logrará, sino que gastaremos tiempo y pesos para nada.
De lo que se trata es de reconstruir la burocracia estatal ¿cómo?.
Tiro algunas puntas a las que invito a sumar ideas.
Incomodando a las cofradías técnicas que piensan en función de sus intereses, de sus lógicas, de sus contactos para reburocratizarlas en un sentido nacional.
Repolitizando en el mismo sentido la agenda de esas burocracias. Repolitizarlas implica que deberemos impulsar una agenda técnica Nacional y Popular pues obviamente, sin una agenda, el estado –y su burocracia- serían innecesarios. Esto implicanca  superar el hecho de que las agencias estatales siguen dependiendo, para nuevos proyectos de financiamientos de la dupla BM/BID, es decir sus agendas son propias hasta un límite, el que encajen en algún programa de estos organismos.
Reconstruyendo su carrera y revalorizando lo económico, vía salarios como en lo profesionalizante vía formación adecuada para cada nivel.
La situación actual, por lo menos en Chubut, por lo que se ve, sigue siendo un mix de pautas contradictorias unas de cambio social y fortalecimiento del Estado y otras con una profunda matriz neoliberal o si no siguiendo el criterio, atribuido al alfonsinismo, de que “cada quién que haga política debe tener un lugar bajo el paraguas del estado”. Generando así una interminable capa de militantes rentados en la estructura del Estado que al cambio de orientación pasan a engrosar, vía ingreso a planta permanente, el grueso de esa burocracia sin sentido.
Así estamos por acá, pero no deberíamos seguir estando.
Rusvi Tahan


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