Como aún estamos medio sorprendidos por lo ajustado de la elección Venezolana, sabemos que esto le da aie a nuestro jueves 18, al paro de la derecha del movimiento obrero que impulsa Micheli el 15 de mayo, es decir le da impulso a una tactica de presion mensual para llegar a Octubre con el gobierno local mas lijado que mueble en restauración. Sabedor además que algunos de mis mas queidos lectores ya están cansados de 678 les levanto esta nota del peiodico Publico.es. Para tener otra mirada, que comparto y pemite ver en el lio en que estamos metidos por tensar la cueda un poquitin para el lado de la justicia. Rusvi
Alfredo Serrano Mancilla
Coordinador América Latina CEPS. Doctor en Economía
Coordinador América Latina CEPS. Doctor en Economía
Como siempre, después de una cita
electoral, suele llegar el período sosegado para los análisis e
interpretaciones. Esta vez la calma no llegó con los resultados definitivos.
Nicolás Maduro ganó las
elecciones; Henrique Capriles las perdió. La diferencia fue más estrecha que
otras veces (262.473 votos; 1,7%) aunque ésta no impide alcanzar una cifra
record en cualquier democracia: el chavismo consigue así ganar en 17 de las 18
elecciones en los últimos 15 años. La novedad en esta pelea, como todos ya
saben, es que Chávez no fue el candidato aunque haya tenido un gran protagonismo
durante toda la campaña. Maduro se postulaba como representante oficial del
chavismo; Capriles como nuevo gran intento de ser el exitoso líder opositor
posneoliberal en América latina que desbanque una alternativa de izquierdas. De
nuevo, lo que sucede en Venezuela es más que una disputa interna; toda la
región y buena parte del mundo continúan atentos a los hechos que se vienen
produciendo en estos días pos electoral.
La gran
victoria del chavismo es que la oposición tuvo que acudir a sus símbolos y sus
propuestas
A pesar que las primeras
fotografías mostraban a un Capriles radiante y a un Maduro cabizbajo, la verdad
es que es Maduro quien ganó su primera elección y Capriles el que pierde
consecutivamente su segunda (presidencial) en menos de medio año. Esto no
quiere decir ni mucho menos que el candidato perdedor se debiera sentir
derrotado después del amplio caudal de votos que se han declinado por su
propuesta. Capriles lograba el domingo un objetivo muy perseguido: construirse
a sí mismo como un nuevo referente de masas que dejara atrás la imagen del
asalto a la embajada de Cuba en aquel golpe de Estado del 2002. La derecha
latinoamericana seguramente también se puso muy feliz con esos más de siete
millones de votos a favor de una suerte de adalid de la nueva corriente
latinoamericana, que sabe que no puede vencer a las revoluciones progresistas
(nacional-plebeya-popular) si no es aceptando que el nuevo campo político ya no
es el del neoliberalismo. De nuevo, Venezuela se pone a la vanguardia en lo regional.
Si antes fue Chávez quien primero ganara las elecciones de 1998 en pleno auge
del capitalismo neoliberal; es ahora Capriles el primer candidato de derechas
que obtiene desde el juego democrático un grandísimo resultado electoral
sin proponer libertad de capital. Por ejemplo, Chávez puso a Bolivar en el
centro de la escena venezolana, como el gran prócer libertador; Capriles lo
tomó hasta en el nombre de su comando de campaña. Y no le puso Comando Hugo
Chávez porque esto sí hubiese sido demasiada provocación para su ala fascista.
Bromas aparte, es cierto que la
gran victoria del chavismo es que la oposición tuvo que acudir a sus símbolos y
sus propuestas. Capriles conseguió de esta forma ampliar el espectro de su
electorado: le dio cabida desde a esa clase ultra enriquecida hasta un nuevo
público menos fiel que le creyó su discurso de socialdemócrata. Logró en esta
elección tener de su parte a ese otro pueblo no tan movilizado, aparentemente
menos politizado e ideologizado, pero que cuenta mucho cuando se trata de tener
los votos suficientes para ganar.
Era el momento de la verdad:
saber si Capriles era el demócrata que había obtenido muchos millones de votos
o se desvestía para seguir siendo el golpista que siempre fue. La tarea de
gestionar tanto apoyo no siempre es sencilla. Y a Capriles se le atragantó
tanto voto, no suficiente para gobernar. Nunca resulta fácil digerir este tipo
de éxito sin medalla de oro: "Sí llegué a la final, jugué genial, pero en
el último minuto, volví a salir vencido".
Después
de ser derrotado, Capriles ha obviado la voluntad del pueblo
Por ello, después de perder las
elecciones, Capriles no fue ni caprichito ni burguesito tal como
lo llamó Nicolás Maduro tantas veces en la campaña. Capriles, desde la máxima
seriedad y en conciencia, desconoció la voluntad del pueblo. Todavía no sabemos
si esta decisión es pura táctica para seguir siendo protagonista mediático, o
es una estrategia duradera de acuse y derribo por la vía más anti democrática
que pueda existir. A Capriles no le había ido tan mal alejándose de aquel que
participó en el golpe de Estado. Pero, esta vez, ha tirado todo por la borda en
menos de 48 horas desconociendo los resultados de una elección popular,
incitando a la violencia y a la desestabilización, y procurando buscar un clima
de ingobernabilidad para proponer su pretendido Gran Pacto de transición. Es la
transición el deseo de la derecha venezolana desde la muerte de Chávez. Y como
esta vez tampoco hubo lugar para transición alguna, ellos (con Capriles a la
cabeza) decidieron forzarla por la vía anti democrática.
Capriles
tenía por delante el momento ideal para haber sido proclamado el gran opositor
al chavismo
Capriles se ha equivocado con su
forma de asimilar esta derrota siendo ahora el único responsable de los 7
muertos y de los heridos. Desconoció al nuevo presidente constitucional elegido
por el pueblo. Esta jugada no fue casual porque se vino preparando desde hace
días: en un primer momento, fue cuestionar la enfermedad de Chávez, luego fue
afirmar que no habría elecciones, y cuando las hubo, y las perdieron, pues fue
el momento de inventar una nueva excusa para seguir desestabilizando. Pidieron
recuento del voto a pesar que por norma ya se ha procedido a una auditoría del
54%; el propio rector del Consejo Nacional Electoral (CNE), Vicente Díaz, muy
opositor al chavismo, afirmó que "todo fue limpio". Es preciso además
recordar que en todos los colegios electorales, al menos en una mesa, los
comprobantes de voto fueron recontados y auditados (así lo índica el artículo
439 del Reglamento general de la Ley Orgánica de Procesos Electorales). El
acompañamiento internacional también ha destacado la limpieza del mejor sistema
electoral del mundo (en palabras del ex presidente estadounidense, Carter). Ya
son muchos los presidentes que han felicitado al nuevo Presidente electo
Constitucional, legal y legítimo, de Venezuela: los Brics (con Rusia y China a
la cabeza) y la Unasur (con Brasil, Argentina y Colombia). Lo curioso ha sido
España que dijo que no para decir luego que sí cuando habrá pensado el coste
económico que le supone amenazar sin credibilidad a su proveedor de petróleo. A
Capriles sólo le queda lo de siempre, pedirle a Estados Unidos que diga algo, o
que resuelva la dolida OEA en tono revanchista después de sentirse cada vez más
eclipsada por la CELAC (donde está Cuba y no los Estados Unidos).
Fue muy torpe Capriles. Tenía por
delante el momento ideal para haber sido proclamado el gran opositor al
chavismo en los próximos años y ser considerado como un referente de las
derechas democráticas latinoamericanas. Lo más absurdo de esta apuesta suicida
es que si hubiese habido un momento fértil para que el chavismo hubiera hecho
auto crítica sería justo en estos días después de un resultado tan ajustado. Seguro
que ahora el chavismo se pliega más que nunca, se vuelve a unir como siempre, y
cierra filas porque vuelve a sentir que el enemigo está con ganas de golpes.
Capriles ayer reculó pero sólo a
la hora de dar marcha atrás en su convocatoria violenta en frente del CNE. Sin
embargo, en ningún momento, condenó la violencia en las calles venezolanas, ni
pidió perdón por las muertes ocasionadas. Hubiera sido mucho más locuaz que en
vez de presentar un power point mostrando supuestas incidencias hablando a su prensa
internacional, hubiese ido al CNE a pedir oficialmente que se investigara todo
lo que él considerara que fuese ilegal. Capriles no cree en las instituciones,
y lo volvió a demostrar.
Cuando pase todo esto, ojalá que
sea pronto, se podrá volver a la serenidad para analizar mejor qué sucedió para
que hubiese una victoria tan estrecha entre el Hijo de Chávez y el Hijo del
Golpismo.
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