sábado, 24 de agosto de 2013

Uno, dos, tres




1.
 El llamado no me sorprendió. Jose María acostumbra, si lo necesita, cuando  tengo un viaje a algún lugar donde tenga familia o amigos pedirme que le lleve algo. Lo que si me sorprendió fue este pedido. Llevarle un cuadro a Juan.
¿Un cuadro?. Pregunte.
Si el que tenía en el living ¿te acordás?.
Pero… No te lo había regalado.
No bueno, titubeó, lo necesita.
Al día siguiente, antes de mi partida, apareció con el lienzo en cuestión, era grande asi que tuve que hacer malabares para meterlo en el baúl.
Mirá que llegó al mediodía y me voy al toque tengo que hacer 1100 kilómetros y no estoy para paradas largas en Neuquén, le dije.
No te preocupes el te esperara, mándale un mensajito de texto cuando estés llegando.
Salí a la mañana siguiente con precaución, el camino estaba helado así que llegué a Piedra del Aguila y ya más tranquilo paré a tomar un café. Pensaba para mi en la pared de José María, siempre que sacas un cuadro una foto un mueble, queda siempre la marca del espacio vacio.
Pedimos, en el bar de la estación de servicio, con mis hijos algo cada uno y nos sentamos. Al ratito entraron dos tipos, grandotes, bigotones , acento extranjero. Pidieron café y hamburguesas, acento latinoamericano, pensé y los miré con curiosidad, no llegué a darle una nacionalidad. Me llamó la atención que uno pidió picante y casi le hecho el pomo de aji chileno a la hamburguesa. Peruano o Mexicano pensé. 
No le di más bola , terminamos, pagué y seguimos viaje.
Hice casi 100 kilómetros y se me pegó una Hilux negra atrás, no me pasaba, es un avión así que me puso de mal humor, no me gusta tener alguien pegado atrás. Eran los dos tipos, que le iba a hacer, quizás desconocían el camino ye por prudencia se pegan atrás, me la banqué.
Cuando llegué a Senillosa, lo llamé a Juan, no me contestó, al rato me devuelve el llamado y me dice que no va a estar, que me deja la llave debajo de la maceta, que lo perdone pero se olvido que tenía que tomar exámenes.
Entrando a Plotier la Hilux me pasó y se fue a la mierda.
Llegué a la casa de Juan luego de perderme, como siempre. Cuando estoy acercándome veo la Hilux y los dos tipos en la puerta de Juan. Me dio mala espina, muy mala espina, pero ya estaba jugado, me bajé. El del picante me encaró y me dijo: déjanos el cuadro que ya arreglamos con Juan.
Lo miré y antes de que dijera nada hizo un movimiento con su campera y me mostró claramente una pistola gigante en bandolera y me dijo: con usted no tenemos vaina. Abrí el baúl y sin decir palabra saqué el puto cuadro y se lo di en mano.
Dudando, me dirigí al coche y me subí calladito, asustadito, lo puse en marcha y me fui a la mierda.
Cuando llegué al camino de  Centenario , lo llamé a Juan, balbuceba que: no entendía nada, pero que no preocupara.
José María y la reputa madre que te pario, dije, y seguí viaje.
2
Juan abrió la puerta y se quedó helado, María estaba parada allí con una sonrisa de oreja a oreja.
Sorpresa dijo y se metió en la casa. El remisero bajó una valija enorme y una caja bien arreglada.
Entré a la casa y ella miraba el jardín del fondo, hermosa como siempre, no es que fuera tan bonita, pero bueno, un cuerpo soñado, y una personalidad de ir al frente que acobarda y embriaga.
Se dio vuelta y dijo: que suerte que te encontré amor.
¿Cuándo llegaste a la Argentina?. Ayer y hoy me vine a verte a Neuquén. Te extrañaba mucho.
Me acorde de nuestra última separación, no me tiró con la heladera porque no tuvo fuerzas, me fui huyendo como rata por tirante. Huyendo literalmente, cuando la conocí en el DF nunca me imagine que era la “nena” del señor de  Sinaloa, su hijita más preciada. Recuerdo que casi ni prestamos atencióna las formas, charlamos, bailamos, nos tomamos un litro de Tequila y termine en un departamento a todo culo de donde no sali en tres días.
Alli estaba hoy, dos años después, como si nada, Feliz como una perdiz.
Agarró la caja la puso sobre la mesa, entro a sacar Tequilas, Jalapeños, y demás cuestiones bien mexicas. Me miró, caminó a la heladera, la abrió y la cerró, se dio vuelta y me dijo, vamos de compras.
Que podía decir, saqué el Uno del garaje y nos fuimos al Jumbo, compró de todo, como para estar una semana, y me dijo: hoy  cenamos tacos.
Me desperté con resaca, el Jimador reposado me había pegado mal. Sentí la ducha, se estaba bañando, salió con mi bata puesta, más sensual aún.
Me dijo voy a preparar el desayuno, sabía que eso era un montón de comida más, pensé que tendría que comprar una caja extra de Omeprazol. Mi ulcera agazapada atacaría en breve.
Cuando salí del baño estaba la mesa repleta de cosas, nos sentamos y desayunamos, al terminar se levantó y se fue al living, estaba claro  ella cocina , yo limpio y ordeno. Se paró enfrente de una pintura, se dio vuelta y vio la otra, la noté inquieta, como si nada se fue a la pieza, salió enseguida, sin decir palabra se metió en mi atelier, salió ya claramente de mal humor, se fue la lavadero, sin saber que era lavadero.
Entró , me miró, e hizo la pregunta animal: ¿Dónde está mi pintura?.
Mi cara también se transformó, se la había llevado a Jose María, a su casa nueva.
Titubee y le dije: la tiene un amigo. ¿Dónde?. En El Bolsón. ¿Y eso queda?. A 600 kilómetros,  dije casi de manera inaudible.
Me miró, sonrió, “ esas cosas ni se prestan ni se regalan”, se fue  a la pieza junto sus cosas, salió y me dijo, llámame un taxi. No dije nada, para que, conocía esa cara, estaba caliente como pipa.
Cuando salió, sin siquiera mirarme me dijo, consigue la pintura vendrán a buscarla.
3
Cuando a la semana pasé de regreso por Neuquén, Juan me llamó y me dijo: no estaré por un tiempo en casa, si queres pasa te deje la llave en lo de la vecina.
Esta vivo pensé, es un alivio.
¡No Gracias hermano!, sigo viaje, es más seguro, mentira lo más seguro era ir a lo de Luisito. Se me vino a la mente Perez Reverte.
Rusvi Tahan

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