1.
El llamado no me
sorprendió. Jose María acostumbra, si lo necesita, cuando tengo un viaje a algún lugar donde tenga
familia o amigos pedirme que le lleve algo. Lo que si me sorprendió fue este
pedido. Llevarle un cuadro a Juan.
¿Un cuadro?. Pregunte.
Si el que tenía en el living ¿te acordás?.
Pero… No te lo había regalado.
No bueno, titubeó, lo necesita.
Al día siguiente, antes de mi partida, apareció con el
lienzo en cuestión, era grande asi que tuve que hacer malabares para meterlo en
el baúl.
Mirá que llegó al mediodía y me voy al toque tengo que hacer
1100 kilómetros y no estoy para paradas largas en Neuquén, le dije.
No te preocupes el te esperara, mándale un mensajito de
texto cuando estés llegando.
Salí a la mañana siguiente con precaución, el camino estaba
helado así que llegué a Piedra del Aguila y ya más tranquilo paré a tomar un
café. Pensaba para mi en la pared de José María, siempre que sacas un cuadro
una foto un mueble, queda siempre la marca del espacio vacio.
Pedimos, en el bar de la estación de servicio, con mis hijos
algo cada uno y nos sentamos. Al ratito entraron dos tipos, grandotes, bigotones
, acento extranjero. Pidieron café y hamburguesas, acento latinoamericano,
pensé y los miré con curiosidad, no llegué a darle una nacionalidad. Me llamó
la atención que uno pidió picante y casi le hecho el pomo de aji chileno a la
hamburguesa. Peruano o Mexicano pensé.
No le di más bola , terminamos, pagué y seguimos viaje.
Hice casi 100 kilómetros y se me pegó una Hilux negra atrás,
no me pasaba, es un avión así que me puso de mal humor, no me gusta tener
alguien pegado atrás. Eran los dos tipos, que le iba a hacer, quizás
desconocían el camino ye por prudencia se pegan atrás, me la banqué.
Cuando llegué a Senillosa, lo llamé a Juan, no me contestó,
al rato me devuelve el llamado y me dice que no va a estar, que me deja la
llave debajo de la maceta, que lo perdone pero se olvido que tenía que tomar
exámenes.
Entrando a Plotier la Hilux me pasó y se fue a la mierda.
Llegué a la casa de Juan luego de perderme, como siempre.
Cuando estoy acercándome veo la Hilux y los dos tipos en la puerta de Juan. Me
dio mala espina, muy mala espina, pero ya estaba jugado, me bajé. El del
picante me encaró y me dijo: déjanos el cuadro que ya arreglamos con Juan.
Lo miré y antes de que dijera nada hizo un movimiento con su
campera y me mostró claramente una pistola gigante en bandolera y me dijo: con
usted no tenemos vaina. Abrí el baúl y sin decir palabra saqué el puto cuadro y
se lo di en mano.
Dudando, me dirigí al coche y me subí calladito, asustadito,
lo puse en marcha y me fui a la mierda.
Cuando llegué al camino de
Centenario , lo llamé a Juan, balbuceba que: no entendía nada, pero que
no preocupara.
José María y la reputa madre que te pario, dije, y seguí
viaje.
2
Juan abrió la puerta y se quedó helado, María estaba parada
allí con una sonrisa de oreja a oreja.
Sorpresa dijo y se metió en la casa. El remisero bajó una
valija enorme y una caja bien arreglada.
Entré a la casa y ella miraba el jardín del fondo, hermosa
como siempre, no es que fuera tan bonita, pero bueno, un cuerpo soñado, y una
personalidad de ir al frente que acobarda y embriaga.
Se dio vuelta y dijo: que suerte que te encontré amor.
¿Cuándo llegaste a la Argentina?. Ayer y hoy me vine a verte
a Neuquén. Te extrañaba mucho.
Me acorde de nuestra última separación, no me tiró con la
heladera porque no tuvo fuerzas, me fui huyendo como rata por tirante. Huyendo
literalmente, cuando la conocí en el DF nunca me imagine que era la “nena” del
señor de Sinaloa, su hijita más preciada.
Recuerdo que casi ni prestamos atencióna las formas, charlamos, bailamos, nos
tomamos un litro de Tequila y termine en un departamento a todo culo de donde
no sali en tres días.
Alli estaba hoy, dos años después, como si nada, Feliz como
una perdiz.
Agarró la caja la puso sobre la mesa, entro a sacar
Tequilas, Jalapeños, y demás cuestiones bien mexicas. Me miró, caminó a la
heladera, la abrió y la cerró, se dio vuelta y me dijo, vamos de compras.
Que podía decir, saqué el Uno del garaje y nos fuimos al
Jumbo, compró de todo, como para estar una semana, y me dijo: hoy cenamos tacos.
Me desperté con resaca, el Jimador reposado me había pegado
mal. Sentí la ducha, se estaba bañando, salió con mi bata puesta, más sensual
aún.
Me dijo voy a preparar el desayuno, sabía que eso era un montón
de comida más, pensé que tendría que comprar una caja extra de Omeprazol. Mi
ulcera agazapada atacaría en breve.
Cuando salí del baño estaba la mesa repleta de cosas, nos
sentamos y desayunamos, al terminar se levantó y se fue al living, estaba claro
ella cocina , yo limpio y ordeno. Se paró
enfrente de una pintura, se dio vuelta y vio la otra, la noté inquieta, como si
nada se fue a la pieza, salió enseguida, sin decir palabra se metió en mi
atelier, salió ya claramente de mal humor, se fue la lavadero, sin saber que
era lavadero.
Entró , me miró, e hizo la pregunta animal: ¿Dónde está mi
pintura?.
Mi cara también se transformó, se la había llevado a Jose
María, a su casa nueva.
Titubee y le dije: la tiene un amigo. ¿Dónde?. En El Bolsón.
¿Y eso queda?. A 600 kilómetros, dije
casi de manera inaudible.
Me miró, sonrió, “ esas cosas ni se prestan ni se regalan”,
se fue a la pieza junto sus cosas, salió
y me dijo, llámame un taxi. No dije nada, para que, conocía esa cara, estaba
caliente como pipa.
Cuando salió, sin siquiera mirarme me dijo, consigue la
pintura vendrán a buscarla.
3
Cuando a la semana pasé de regreso por Neuquén, Juan me
llamó y me dijo: no estaré por un tiempo en casa, si queres pasa te deje la
llave en lo de la vecina.
Esta vivo pensé, es un alivio.
¡No Gracias hermano!, sigo viaje, es más seguro, mentira lo
más seguro era ir a lo de Luisito. Se me vino a la mente Perez Reverte.
Rusvi Tahan
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