Me he tomado la libertad de levantar a mi blog del sitio de Internet “elotroyodeldoctormerengue” esta nota sobre la Iglesia y la bochornosa declaración que emitieron en este 24 de marzo de 2009, donde de lo que el 24 de marzo significa no dijeron nada.
Rusvi Tahan
A DIOS ROGANDO
Esta semana, un 24 de marzo de 2009, se reunió la Comisión Permanente del Episcopado, emitió una declaración anodina pero que sabían, los obispos son una parte de la política y se manejan por los diarios, alimentan a los diarios, que iba a ser leída en clave anti K.
La verdad es que la reflexión que conlleva esta nota esta sesgada por mi antigua y fuerte militancia en el movimiento de la Pastoral Juvenil de la Capital Federal a inicios de la década del ´70. Y es fruto de mi memoria, que como dice Erick Hosbwaum, es un mecanismo de selección, asi que puedo decir cosas que quizás no sean exactas , pero para mi lo son.
Era en aquella época un adolescente que estudiaba en un colegio parroquial de clases medias bajas de Villa Urquiza , el Colegio del Carmen, de la vía del FFCC para la General Paz, que antaño separaba lo bien de Urquiza de lo más pobre, pobre es hoy, con la mirada puesta en los actuales desocupados, una desfachatez, gente de fabricas con trabajo, comerciantes de barrio, mesas con comida y ropa para no pasar frio, sin coche, ni teléfono.
Allí fui invitado, por un cura que se llamaba Raúl Rossi, a sumarme a los grupos que funcionaban en la Iglesia que manejaba el Colegio, obtuve a cambio una sistemática formación política social. Leída en clave de curas, pero de curas que en esa época abrevaban en Medellin, en Puebla, en Paulo Freire, Rafael Tello, Lucio Gera, Yorio, Jalicks y autores varios que te interpelaban. De allí pase a Fannon, Mao, Hernández Arregui , Bakunin, Marx y para no aburrir ni olvidarme, toda la literatura que un militante podía querer.
En ese contexto discutíamos con los sectores más radicalizados, nos negábamos a la espiral de violencia y descreíamos de tomar las armas, pero nos identificábamos en sus objetivos con el peronismo de la tendencia. Así transcurrió mi vida entre el ´70 y el 75´. Entre los mismos curas había matices, al final de esa época llegaron, a reemplazar al cura que me recluto, dos curas jóvenes uno campechano, inteligente y que siguió la línea del anterior, Fernando Maletti hoy Obispo de Bariloche y otro que se llamaba Pablo Gasardi y venía acompañado de un halito de misterio.
Como buen militante católico yo los reconocía a los dos, le daba más bola al primero porque el cura párroco lo designó responsable de los grupos de Pastoral Juvenil mientras que a Pablo lo designó responsable de la muy devaluada juventud de Acción Católica, a quienes nosotros detestábamos por conserva.
Sus miembros nos habían dedicado “hechos no palabras”, y pretendían ubicarnos en el mundo platónico de las ideas mientras ellos salían con pibes de campamento y juntaban plata para actividades varias, descreían del discurso social, eran “concretos” en oposición a nosotros los “intelectuales”. En breves meses Pablo dio vuelta a la Acción Católica como una media, y tomando el discurso parroquial que enarbolaban lo transformó y empezó a hacer hechos no palabras llevando a los pibes de la Acción Católica a campamentos de trabajo al interior del país. De allí, y con no poca sorpresa de nuestra parte, volvían transformados.
Con el tiempo empezó a correr el rumor de que Pablo estaba en la “pesada” montonera. Él mismo, con sorna tomando mate una vez conmigo, me señalo a una carpita de ENTEL que estaba en vereda de la parroquia desde hacia semanas y me decía: “mira como tardan en arreglar el teléfono”, en realidad nos estaban “espiando”. Con el golpe del ´76 la cosa se puso espesa y Pablo se inmoló, lo digo así porque así lo viví. Días después de un confuso episodio en una parroquia vecina, en Villa Pueyrredón, donde un grupo de tareas entro buscándolo y no encontró a nadie, solo a la vieja que le cocinaba al cura, Pablo decidió pasarse, del clero diocesano a la Congregación de los “Hermanitos de Foucault” (un grupo de curas y monjas que ejercían su pastoral trabajando en fabricas y viviendo en casas particulares en barriadas humildes). Unos meses después de esta decisión lo desaparecieron en Caballito. Al igual que a Susana Marcos mi Profesora de literatura, y una Maestra que no recuerdo su nombre de 7º grado del colegio.
Con fruición esperé que los diarios hablaran de lo obvio, que los obispos hablaran de lo obvio, nadie hablaba.
Un tiempo antes, en el año 1975 bajo la inspiración de Rafael Tello, Vernazza, Maletti , Rossi, Gera y otros curas y junto a un número importante de militantes participaba de la gestación de la peregrinación juvenil a Lujan, un hecho religioso que se transformó en breve un hecho político, y que Monseñor Aramburu rápidamente se lanzó a domesticar.
En mi casa y de noche hasta cualquier hora, bajo la inspiración y supervisión obsesiva de mi amigo Mario se hicieron los cuatro audiovisuales de capacitación para dirigentes que recorrieron todas las parroquias de la Capital y el conurbano.
La peregrinación que se inició con unos miles se transformó al año en cientos de miles e incluso se habló de un millón, crecía cada año más cuanto más reprimían los milicos. Siempre con la tónica de que la gente buscaba respuestas, no en la iglesia oficial a la que olímpicamente ignoraban.
Esta Iglesia oficial es la que ahora sale a hablar pelotudeces de manera desvergonzada. La misma que calló seis años, que domesticó a una generación confundiéndolos con Juan Pablo II y su paulatino alejamiento de la opción por los pobres, de una jerarquía que no tuvo, salvo honrosas excepciones, voluntad para detener el genocidio, que digo voluntad, lo alentó.
Podía evitarlo, si podían, escribo una breve anécdota, meses después de la desaparición de Pablo, un compañero de secundaria, Daniel Lastra, cuya única culpa era haber participado de los campamentos de Pablo, fue levantado en pleno día en Olazabal y Triunvirato, alguien que vio le dio aviso al cura párroco, el viejo Reggiani, ese viejo , al que nosotros casi despreciamos por conservador, se subió a su estanciera, la estacionó delante de la comisaria se bajo y armó tanto kilombo que horas después a Daniel lo habían liberado. O sea, si Reggiani podía imagínense lo que Aramburu podía.
Las desapariciones aumentaron, ya en la facultad en el día a día uno contaba sus compañeros menos en silencio. Y yo paulatinamente me fui alejando de esa iglesia silenciosa.
Mi última participación con algo ligado a la Iglesia fue, ya en democracia, a instancias de unos curas amigos dominicos, trabajar unos meses en el llamado Grupo Nazaret, en la Iglesia de la Santa Cruz. La verdad me quedaba grande, Horacio Irigoyen, Oscar Quatromo, Washington Uranga, yo era un pichi, o así me sentía, pero me vine para la Patagonia en ese momento y me aleje de ese grupo.
De mis antiguos amigos de aquella época debo decir que mayoritariamente compraron el discurso neoliberal. No los culpo, la mayoría venía de cosmovisiones gorilas. En pleno menemismo pase a tomar unos mates con Raúl Rossi en ese momento párroco de Balbanera ( luego Obispo de San Martin), me fui triste, Raúl estaba convencido que Menem tenía razón, y que yo, que estaba luchando en el sindicalismo docente, era miembro de la Junta Ejecutiva de la Ctera, era un intolerante y no entendía lo mal que estaba el país. No lo dijo así pero bueno, así lo entendí.
Es por eso que hoy escribo desde el dolor de ver que con esta jerarquía vamos peor cada día, no importa que me digan que los K. son intolerantes, en realidad los obispos juegan a la política de cuarta que juegan todos, deben salir en los diarios con frases rimbombantes y posicionamientos desde la “serenidad”. En realidad trabajan para apurar el retorno de la derecha.
También escribo para rescatar a de la Serna, Vernazza, Alberto Cruz, curas que se la están bancando, como muchos otros, pero que están silenciados, por los medios y por la jerarquía.
Que Grassi y Von Wernick sean lo que sobresale es toda una muestra.
Acompaño la nota con una carta a los padres de su colegio de mi amigo Mario, aquel creador de los audiovisuales, otro que como yo leyó y entendió otra cosa de aquella formación del ´70 y no se perdió. Demostrando que se puede decir otra cosa.
Daniel Blanco
Va la carta:
Buenos Aires, lunes 23 de marzo de 2009.
Queridos padres:
Mañana conmemoramos el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, un día en el que hacemos memoria sobre el 24 de marzo de 1976 y todo lo que significa para nosotros esa fecha.
‘24 de marzo’ no es una fecha más en el almanaque, como pueden serlo muchos otros días. Este día hace presente el golpe de Estado que significó el derrocamiento del gobierno democrático que había en nuestro país por parte del poder militar, instaurándose a partir de ese día de 1976 la última y más cruel dictadura militar.
Cada uno de nosotros tiene imágenes y representaciones de esta fecha; pero éstas varían, ya sea por las distintas edades que tenemos o por las ideas que cada uno escuchó de su familia, las historias que ha vivido y las elaboraciones realizadas. Sin embargo ‘24 de marzo’ quiere decir muchas cosas para todos nosotros. 24 de marzo es un significante, un rasgo capaz de presentar significados, en este caso, ligados a hechos trágicos que se nos hace difícil representar por el horror que producen aún hoy.
24 de marzo quiere decir interrupción de la vida democrática de nuestro país con el quiebre del lazo social; quiere decir sacar por la fuerza a un gobierno democrático elegido por todos, olvidando que los hombres aprendimos, atravesando dolorosas experiencias vividas por la humanidad, a resolver problemas, conflictos y dificultades de manera pacífica.
24 de marzo significa violación sistemática de los Derechos Humanos y las garantías explicitadas en la Constitución Nacional.
24 de marzo significa ‘terrorismo de Estado’ queriendo decir con estas palabras que aquellos que estaban para darnos seguridad, para cumplir con la Ley y hacer que se cumpla persiguieron, secuestraron, mataron, eliminaron a aquellos que señalaban como enemigos y esto en forma indiscriminada.
24 de marzo quiere decir desaparición forzada de personas por pensar distinto, por disentir con el poder dictatorial, por decir que la diferencia existe: ‘los desaparecidos’, otra palabra nacida en nuestro país lamentablemente.
24 de marzo significa ‘robo de la identidad’ con la apropiación de los hijos de esos desaparecidos.
24 de marzo significa genocidio político y crímenes de lesa humanidad.
Cada vez que decimos ’24 de marzo’ la memoria nos presenta estos significados.
Al decir esto no dejo de lado una idea que nos interroga en este lugar: qué estamos haciendo aquí, hablando de estas cosas dolorosas a chicos de una escuela primaria?
Es que pensamos que forma parte de nuestra función como adultos, como mayores, como padres o como educadores trasmitir a las generaciones que siguen a la nuestra las experiencias que vivimos y que queremos que NUNCA MAS vuelvan a repetirse. Creo que es un sentimiento compartido el que nunca hubiera pasado lo que pasó, que nunca hubiéramos tenido que enfrentar a estos niños y a estos jóvenes con aquellos horrores, por más cuidados y recaudos que tengamos al hacerlo.
Sin embargo, tener memoria de esto nos da la posibilidad de proponer a nuestros alumnos, hoy y a futuro, las preguntas sobre cómo fue posible este genocidio y cómo evitar que se repita; tener memoria con comprensión y reflexión y así estar seguros que realmente será verdad el NUNCA MÁS.
En nuestra Escuela siempre hemos trabajado el tema. A los pocos años que Hombre Nuevo se fundó, allá por el ochenta y pico, principios de los 90, Florencia comenzó a trabajar con las primeras camadas de alumnos, ya en 5º y 6º grado, el significado de esta fecha. En realidad, en aquella época lo hacíamos intuitivamente; nos parecía que no podíamos pasar por alto, por dolorosa que fuese, esta página de nuestra historia cercana. Era casi una declaración de principios, una posición ideológica. En realidad educar siempre lo es.
Más tarde, con nuestra asesora de Ciencias Sociales y aprendimos que también curricularmente era indispensable que la historia del siglo XX entrara en la escuela, tan dedicada a estudiar sólo la del siglo XIX. Sin duda todo forma parte de nuestra identidad, pero estos hechos recientes tienen una influencia directa en lo que nos pasa en lo social, lo político, lo económico, lo cultural, en lo que todos, los chicos incluidos, escuchamos en los medios de comunicación cotidianamente.
Cada año, con motivo del acto que preparan los chicos de 7º, invitamos a personas que han estado involucradas involuntariamente pero directamente con estos hechos. Los invitamos para que nos brinden su testimonio ya que reconocemos que ellos son dueños de una experiencia muy dolorosa pero valiosa para que podamos seguir pensando en lo que sucedió.
Este año realizaremos este encuentro con los alumnos de 7º grado en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi) que se halla en uno de los edificios de la ex ESMA. Este lugar ha sido transformado en un espacio cultural en favor de la vida a partir del compromiso inclaudicable de los organismos defensores de los DDHH. Allí nos encontraremos con una de las Madres y con Guillermo Parodi (hijo de Teresa Parodi, Directora del ECuNHi) que pertenece al Equipo Directivo y es el Coordinador de Teatro del Espacio. Los chicos han preparado varias preguntas para realizar y esperamos que nos cuenten cómo es posible, en un lugar trágico, levantar un espacio de vida.
Esta es nuestra manera de construir una sociedad mejor, integrando y reconociendo el pasado por doloroso que sea pero haciéndolo no repetitivamente sino con la reflexión y la mirada crítica que permita recordar para no repetir y que nos constituya con un compromiso fuerte en la defensa de los Derechos Humanos y la vida institucional democrática.
En este marco quiero expresarles mi gratitud por vuestra participación en el desarrollo de este proyecto sobre el ‘24 de marzo’. Considero de gran valor todo el tiempo que le han dedicado a conversar con sus hijos sobre temas difíciles como lo son todos aquellos ligados a esta parte de nuestra historia reciente. He podido apreciar, en los encuentros de la mañana tanto como en el trabajo en las aulas, la participación de cada uno de los chicos cada vez que se han dispuesto a construir este proyecto. El testimonio que les dan sobre lo que piensan en estas y otras cuestiones es lo que va armando ese tejido que le da a estos niños y adolescentes herramientas adecuadas para enfrentar la vida y, al mismo tiempo, les ofrecen la oportunidad de comenzar a pensar, de ir teniendo algunas ideas que les permitan conversar, comparar y empezar a confrontar.
Este es el desafío que enfrentamos los adultos, cada uno en su función: trasmitir lo que vivimos y lo que pudimos aprender para que quienes nos siguen puedan continuar haciendo de este mundo un espacio más digno para todos.
“Porque sólo una cosa no existe; es el olvido”.
Mario Cóccaro
Director Institucional
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