En el Bicentenario un límite a la política de la hipocresía

Hace muchos años, un compañero de trabajo me señalaba que lo que más le molestaba de los políticos era que se puteaban de lo lindo por todos lados y luego se encontraban y se daban un beso. Yo le decía que como la guerra es la política por otros medios, contrario sensu si no entraban en guerra permanente todo era política y allí esa situación era normal. No obstante el nivel de la hipocresía implícita es enorme.
Con la negativa de la Presidenta de concurrir al Colon por los continuos agravios de Macri se pone un límite a esa hipocresía. Agravios más graves aún desde el momento en que nadie duda de que el Fino Palacios puso a Ciro James en el Ministerio de Educación ( el mismo lo dijo) y desde allí organizo un aparato de inteligencia, por lo tanto si Macri no sabia es un salame y debe ser juzgado por elegir mal a sus colaboradores. Pero aún si fuese inocente, de allí a inferir que “todo” es una maniobra del gobierno y que entonces el gobierno, léase Cristina, invento esta mentira, es decir es un gobierno ruin.
El limite debo decirlo es tanto más significativo, porque lo pone una mujer, en eso Cristina reedita a Eva Perón, la hipocresía , la mentira, las caras de nada no le caben. Se sabe lo que piensa, puede parecer medio pedante, pero llora, se calienta y actúa consecuentemente.
Todo esto sin pretender pensar que es una política que no piensa, que es solo corazón, ¡no!, está claro que ese no esa no es su característica, como Eva, demuestra que es inteligente, que tiene discurso, que es elegante, etc.etc. Todas esas cosas que la alejan mucho de la gente como uno, que preferiría que fuera la esposa de K. a secas. Como el sayo de puta que le cargaron a Eva por ser actriz, no le va a Cristina le cargan el sayo de engreída. En definitiva como buenos católicos la mayoría le ponen el sayo de la primera Eva.
Dos disgreciones y sigo, el Colon quién lo pagó el pueblo porteño o la Nación, segunda es significativo que el Fino le haya puesto a Narodowsky en el Ministerio de Educación el servicio de inteligencia, demostrando una de dos: que el Fino pensaba que el mejor Ministerio para hacer “inteligencia” era el de Educación o que el tal Narodowsky es un boludo y que al Ministro Montenegro un ex juez sabedor de las mañas policiales no se lo pudo meter, me parece que Montenegro le dijo: ni en pedo méteselo al dolobu de educación.
Ahora bien el fin de la hipocresía exige una lectura comparativa de este 25 del bicentenario, en el de 1910 Martinez de Hoz acompañaba al presidente al Colon, la Policia Federal reprimía a los trabajadores, había una ley de residencia que permitía expulsar a los extranjeros díscolos ( léase aquellos que hacían paros o pedían una vida mejor), se empezó a armar allí la historia del gaucho bueno, hasta Martin Fierro era malo, no se avenía a trabajar para patrones, ahora el gaucho es lo nacional, el hombre fiel, el leal, etc.etc y el gringo el maloso. Votaban a grito pelado y hasta los muertos, es decir había fraude. Las potencias extranjeras ( léase Gran Bretaña, Francia y España) nos regalaban cosas, es decir nos mandaban algo de lo que nos robaron. Los indios no existían. La clase política sin excepción estaba en el Colon y en el Tedeum.
Pero ahora, donde no se reprime a los piqueteros, donde no se expulsa a los Bolivianos, la clase política esta “culta y opositora” va al Colon de los paquetes, al Tedeum de un Obispo sospechado de colaborar con el Proceso mientras que el gobierno nacional va al centro de la religiosidad popular, la Basílica de Lujan a celebrar su Tedeum y se da el lujo de no invitar a esa clase paqueta. Los pueblos originarios marchan y son recibidos o acampan en protesta y no son reprimidos. Finalmente Martínez de Hoz esta en cana, como debería haberlo estado su antecesor, pues les robaron las tierras que hoy poseen a los Argentinos ya que nunca las pagaron.
Este por eso solo merece ser festejado como otro bicentenario. Y nosotros nos merecemos chuparnos unos vinos el 25, porque le pusimos el cuerpo histórico a estas cosas desde que nacimos.
Rusvi Tahan