sábado, 22 de enero de 2011

Lulamanía


Amigos hace tiempo que no lo hago pero me parece de tal nivel de pertiencia esta nota de Washington Uranga, en Pagina 12 de hoy sabado 22 de enero, que decidí subirla a mi blog.Y tambien pedirle prestado a Rawson online la imagen para hacerla mas simpatica.
Es notable como aquí en Chubut vemos al gobernador Das Neves compararse con Lula, y esa comparación no le hace bien, primero porque no lo necesita si de su gestión quiere hacer publicidad, y segundo porque no es bueno compararse con alguién a quién todos quieren, respetan y consideran un grande, esa comparación te pone en un lugar de mucho ego imposible de digerir por la gente y no habla bien de tu capacidad.
Asi que, como hace tiempo advertí, la aventura presidencial de Das Neves es una quimera y los gastos que demanda no deben hacerse, pues lo estamos pagando todos e inutilmente.
Además, si de comparaciones se trata, Lula jamás metió a su familia en la politica como lo hace Das Neves y su vice gobernador. Y aca quiero separar a Pablo Das Neves de ambas esposas, el hijo con sus errores y aciertos ha tomado una posición militante y bueno reclama su espacio, ayudado por papi es cierto, pero también laburado, ahora la Señora Di Perna y la Sra. Crespo la verdad es que no deberían estar en las listas, no se si son buenas o malas, solo se que aparecieron de rebote y por portación de apellido, no le hace bien al género.
Rusvi Tahan


Sigue a partir de ahora la nota de Washington Uranga
La figura del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se ha convertido para los políticos de la oposición argentina en una especie de talismán al que todos quieren aferrarse. No sólo lo mencionan sino que lo interpretan. Eduardo Duhalde logró un prólogo del ex presidente para su libro de campaña, apoyado en la relación personal que ambos tuvieron durante la gestión que el ahora precandidato presidencial del peronismo federal tuvo en la Secretaría del Mercosur durante el gobierno de Néstor Kirchner. El chubutense Mario Das Neves no duda en exhibir su presunto parecido físico con Lula como un éxito personal y como si ello fuese el resultado de una trabajosa construcción política. Y pretende hacer creer que de esa similitud de imagen se puede desprender una afinidad ideológica. Elisa Carrió –que no puede argumentar parecido físico con el ex presidente brasileño– elogia a Lula por haber “construido un país de clase media” y omite maliciosamente que muchos de los aciertos que se le atribuyen al ex mandatario brasileño surgen de la aplicación de orientaciones políticas y económicas que, en líneas generales, son muy similares a las que han puesto en práctica en Argentina primero Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández. Parece ser que lo que afuera es bueno y se destaca como acierto, cuando se hace en territorio propio no merece serlo tanto.
A falta de ideas propias y de modelos accesibles –y que puedan resultar útiles con fines de campaña electoral– seguramente los precandidatos creen que mencionando a Lula como ejemplo o presentándolo como modelo podrán recibir algún derrame del 87 por ciento de popularidad que acompañó al ex presidente brasileño en el momento de traspasar el mando a la actual mandataria, Dilma Rousseff.
Habrá que advertirles a todos ellos que en política los méritos ajenos no suelen aportar al capital propio ni agregar prestigio por transición. No porque Lula no sea un ejemplo –que sin duda lo es– sino porque también es cierto que puesto a hacer política, el ex presidente puede ser amable con muchos dirigentes argentinos, pero es claro que sus apoyos y afinidades están dirigidos a quienes hoy conducen el país. Porque tanto él como sus asesores también hacen análisis, conocen las encuestas y construyen escenarios de futuro para saber quiénes son los que tienen posibilidades reales de gobernar la Argentina.
Otro tema no menor. Los candidatos argentinos de la oposición no dejan de rendirles pleitesía a los grupos económicos multimediales convencidos de que eso les allana la ruta hacia el poder. Alguien tendría que advertirles que ése no fue el camino de Lula, que llegó al Palacio de Planalto a pesar de la oposición sistemática de los grupos multimediales que también existen en Brasil y a los que combatió con los medios a su alcance.
Se podría decir que la utilización de Lula como estandarte de campaña por parte de la oposición tiene el mismo valor y significación que las efigies del Che estampadas en las remeras de los jóvenes argentinos de clase alta que se pasean en las playas y en los boliches de onda de Punta del Este.


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