miércoles, 23 de marzo de 2011

Historia de pibes

Caminaba disfrutando del sol otoñal, a orillas del río Limay, cuando me crucé con un viejo amigo de escuela. Una gran alegría. Hablamos de él, de mí y, claro, de los ex compañeros. Y comenzamos a recordar, amigos, novias… rabonas… y episodios de entonces. Me dijo en un momento: Te acordás lo que le hicieron al pobre Mario?
La verdad que la pregunta no me cayó bien, y enseguida pensé “cómo quedan las cosas en la historia, que incómoda que es”.

En la escuela tenía amigos de toda calaña y variedad ideológica (estilo que supe mantener con los años) y la casualidad me traía ahora una situación de aquellos años que varias veces yo había visto repetirse, y no me gustaba.
La situación se desencadenó con dos integrantes de mi curso, muy inteligentes, pero distintos:
Horacio, inteligentísimo y medio atorrante, que se sentaba casi al fondo de la clase, le tenía siempre un poco de bronquita a Mario, porque éste era alguien que... cómo decirlo..., de esos excelentes alumnos que se sientan adelante y le llevan la manzana a la maestra... Todos hemos tenido compañeros así ... no?
Recuerdo una vez que Horacio, en una actitud en la cual algunos nos sentimos como representados, le mojó la oreja a Mario. Lo "de mojar la oreja" lo digo porque se trató de uno de esos hechos que es significativo como símbolo más de lo que es efectivamente. Es decir, fue un empujoncito y todos sabíamos lo que significaba eso. Porque el muchacho "de adelante" se había mandado una chupada de media insoportable –típicas en él- con la profe de física y nos había dejado a todos en descubierto. No recuerdo bien, pero creo que era el único que había hecho la tarea y no dejó de vocearlo hasta que la maestra lo elevó al lugar que él quería.
En fin... la cosa es que cuando todos estábamos saliendo al recreo, en la puerta, se produjo el hecho "ofensivo".
Lo de las comillas en el "ofensivo" viene a cuenta de lo que sucedió después. Mario habló con la maestra inmediatamente, luego con la directora, con los otros "marios" del curso... y con los que se sentaban en el medio. A todos les había dicho que en la puerta estuvo al borde de ser golpeado, vejado y hasta creo que habló de posibilidades de violación. Mostró ropa rota por los tironeos, libros rotos en el suceso... y "nos" acusaba de hacer siempre lo mismo: castigarlo porque es inteligente y responsable.
La cuestión llegó a tal punto que hubo una reunión de todo el curso, donde la directora y la maestra nos dieron un sermón sobre la responsabilidad y la ética y el compañerismo, porque cosas como éstas no pueden volver a pasar en la escuela. Luego hubo una asamblea donde la directora volvió a repetir su discurso respecto al hecho, ante toda la escuela (que dicho sea de paso no tenía idea de lo que había pasado!!!).

Todavía recuerdo a Horacio, en el patio, tratando de explicar que había sido solo un empujoncito, que nada de eso había pasado... que había un poco de bronca, si,... pero ... "un empujoncito!!!". Algunos asentíamos con él... pero al resto había que convencerlos de lo que había pasado... no se si lo logramos. Porque al final el mismo Mario se creía lo que decía, y de la misma manera que Horacio contaba su "versión" en otra parte del patio lo podíamos ver haciendo gestos y mostrando ropas tironeadas... y libros rotos... Y claro, el poder que da el lugar de víctima para manipular, eso lo entendí mucho después, es inmenso...
Recuerdo que, muy caliente, Horacio fue y le dijo, adelante de todos... Mirá, nada de eso sucedió, no seas mariconazo... fue solo un empujoncito... pero si querés... te espero afuera para hacer realidad tu fantasía... Te voy a dejar los huevos para que tu vieja se haga aritos... FORRO!!!
Inolvidable…. A todos nos encantó eso... estuvo buenísimo... imaginarnos a la vieja de Mario con los huevos en la oreja nos daba gracia... Era el estilo ocurrente de Horacio que, además, sabíamos que si el otro accedía, lo de los aros podía ser real.... je je… Lo iba a matar.

No se cómo terminó el asunto..., creo que Mario "pidió auxilio" y se fue antes. Lo cierto es que han pasado los años... y este viejo amigo, con su inocente pregunta sobre “el pobre Mario”, me viene a anoticiar quien ganó el significado de ese hecho en la memoria del curso.

Ya somos grandes y –como si fuéramos niños- increíblemente me he encontrado con esta situación varias veces... y me digo... "Marios van a existir siempre... Horacios, también... (por suerte) Pero que forma tan boluda que tuvimos en aquella oportunidad de hacerlo crecer al pibe "de adelante", dándole la posibilidad de ser víctima. Que caro fue el ‘empujoncito’ y nuestro festejo con las bravuconadas de entonces”.

No sé muy bien que fue de la vida de ambos. Quisiera verlo hoy al Horacio para charlar.... pero de otras cosas... porque ésto es una boludez que me ha traído la casualidad (y la alegría) de encontrarme con un viejo amigo... Como dice mi vieja con un gesto que le quedó de oscuras épocas: "por algo será... hijo, por algo será, no hay casualidades".

En fin... son historias de pibes, solo eso.

Juancho

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