lunes, 2 de abril de 2012

Googleando Las Malvinas en la Historia Nacional

Me parecía importante hacer un pequeño racconto de la cuestión Malvinas y me saltó la duda de cuanto de Malvinas había en la acción de los gobiernos argentinos desde 1833 hasta 1982. En especial porque resulta evidente que los grupos oligárquicos, dominantes en nuestro país desde la segunda mitad del siglo XIX hasta 1982, no tenían ninguna gana de pelearse con Inglaterra. La dependencia cultural , la “carnalidad” de las relaciones con su graciosa majestad, la Banca Baring etc. hacían de la cuestión Malvinas, para estos grupos, algo menor, sino francamente molesto.
Ahora bien decidí hacer esta búsqueda de una manera diferente, la hice como lo haría cualquier joven en la actualidad, googlee el tema en cuestión, presidente por presidente y me encontré con esta realidad que sintetizo en estas páginas.
Hubo dos movidas de origen popular por recuperar las Islas, una, motivada por el maltrato cercano a la esclavitud que los ingleses le dieron a la peonada argentina, que había quedada atrapada en las islas a la llegada de la Clio, encabezada por el gaucho Rivero en 1834, que curiosamente arrestado y llevado a Londres fue finalmente liberado por la justicia inglesa y devuelto a la Argentina. El gaucho Rivero parecía condenado a pelear contra los ingleses ya que murió en la Vuelta de Obligado.
La otra diríamos en dos etapas, en septiembre de 1964 un piloto civil argentino, Miguel Fitzgerald, aterrizó con una avioneta en la pista del hipódromo de Puerto Stanley, en la que desplegó una bandera argentina. Luego de presentar una nota de protesta y requerir infructuosamente una entrevista con el gobernador inglés, retornó al continente antes de que pudiera ser capturado por las fuerzas de seguridad locales
Dos años después y también en septiembre, un grupo nacionalista, mayoritariamente miembros de la juventud peronista, ocuparon las islas australes en 1966 al mando de Dardo Cabo acompañado por periodistas del diario Crónica Una suerte de acción armada a la que se denominó "Operativo Cóndor", secuestró y desvió el vuelo 648 que se dirigía desde Buenos Aires a Río Gallegos, obligando al piloto a aterrizar en Malvinas, en donde desplegaron siete banderas argentinas y realizaron una proclama usando la radio del avión. El plan incluía tomar la residencia del gobernador y ocupar el arsenal, pero se vio frustrado porque la pesada aeronave se enterró en el barro de la pista del hipódromo y fue rápidamente rodeada por un centenar de ingleses, entre colonos y militares. Al día siguiente los jóvenes depusieron su actitud y entregaron las armas a la única autoridad que aceptaron reconocer: el comandante del avión, Ernesto Fernández García. Fueron capturados por las fuerzas de seguridad británicas y dos días después regresaron al continente a bordo del buque argentino ARA Bahía Buen Suceso. La mayoría purgó una condena efectiva de nueve meses; tres de ellos fueron encarcelados durante tres años debido a sus antecedentes políticos, peronista, considerados delictivos por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía. El accionar del grupo nacionalista produjo una ola de actos antibritánicos en la Argentina.
Seguí revisando uno a uno los presidentes en el buscador y me encontré con que los mayores esfuerzos, en el siglo XIX, los realizó Rosas a través de Manuel Moreno, acreditado cerca del gobierno británico en calidad de Ministro Plenipotenciario de la República, en 1834, se expresaba en estos términos en nota dirigida a aquel gobierno: “No puede alegarse contra las Provincias Unidas [del Río de la Plata] que traten de revivir una cuestión que estaba transada después de más de medio siglo atrás. Por el contrario, la invasión de la Corbeta Clio en 5 de enero de 1833 es la que ha alterado e invertido el estado de cosas que había dejado la convención de 22 de enero de 1771”.
De igual manera uno puede encontrar comentarios sobre La educacion en las escuelas rosistas. del francés Alfred Brossad, que acompañó a conde Walewsky en la misión diplomática de 1847, quién como no podía ser de otra manera, criticó a la enseñanza rosista. Entre las críticas que formuló, dice que una de las cuestiones más largamente tratadas en el programa de geografía fuera la siguiente: “Demostración de los derechos perfectos de la Confederación Argentina sobre Paraguay, sobre la costa patagónica y las islas Malvinas; derechos injustamente rebatidos y desconocidos por las potencias europeas”
Caído Rosas la cuestión Malvinas entro en lo que el Coco Basile llamaría un “silencio stampa”.
Googleando sobre Bartolomé Mitre y las Islas Malvinas, no sale nada, salvo extensas explicaciones de su cipayismo y de cómo Mitre consiguió fondos británicos para la Guerra de la Triple Alianza. Es decir: difícil que el chanco chiflara por Malvinas.
Con Sarmiento lo único destacable, y era de esperar, lo escribió José Hernández, en El Río de la Plata en noviembre de 1869.
En dicha nota Jose Hernández advertía en 1869 que: “No es mi intención, ni creo oportuno este caso, para entrar en consideraciones políticas sobre la no devolución de ese inmenso territorio que hemos prestado a los ingleses, un poco contra nuestra voluntad, pero no quiero dejar pasar esta oportunidad sin deplorar la negligencia de nuestros gobiernos, que han ido dejando pasar el tiempo sin acordarse de tal reclamación pendiente. Es de suponer que la ilustración del actual Gobierno Nacional comprenda la importancia de esa devolución, que él se halla en el deber de exigir del de S.M.B., pues que esas islas, por su posición geográfica son la llave del Pacífico y están llamadas indudablemente a un gran porvenir con el probable aumento de población en nuestros fertilísimos territorios.”
Para 1884 ya habían pasado 35 años desde la última protesta argentina formal, y el tema de la soberanía sólo había asumido un papel secundario en el ámbito bilateral.
La presidencia de Julio A. Roca buscó dirimir la cuestión por intermedio de un arbitraje. El ministro de relaciones exteriores, Francisco J. Ortiz informó el 30 de mayo al representante de la corona en Buenos Aires que su gobierno intentaba recurrir a un laudo internacional para zanjar el asunto, mecanismo que Gran Bretaña había fomentado asiduamente en el pasado reciente y que, según esperaban las autoridades argentinas, no dudaría en aplicar en este caso. El gobierno del Reino Unido respondió con una rotunda negativa.
Como movida para generar ruido el 15 de diciembre de 1884 el Instituto Geográfico Militar publicó un mapa de la República Argentina que incluía a las Malvinas, lo que provocó preocupación en la embajada del Reino Unido en Buenos Aires.
Pero Gran Bretaña en plena Pax Britannica y sabedora de su superioridad mundial el 21 de julio de 1908 emitió una Carta Patente Real que formalmente anexaba las islas Georgias, las Orcadas, las Shetland, las Sandwich y la Tierra de Graham a la colonia de las islas Malvinas.156
El documento oficial incluía entre las posesiones de la corona a parte de la Patagonia (la totalidad de Tierra del Fuego, parte de la provincia argentina de Santa Cruz y de la región chilena de Magallanes).
Lo que no debería sorprendernos pues esta cartografía coincidía plenamente con la casi posesión de Santa Cruz, en lo que insisto eran relaciones “carnales “ con el imperio inglés y fueron muy bien retratadas en el filme la Patagonia Rebelde, la misma nos da una pauta de las razones de la tibieza con que nuestras clases dirigentes ligadas al mundo agroexportador reclamaron las Malvinas. En esto se puede leer en Wykipedia que : “Varios investigadores coinciden en resaltar la complacencia de las autoridades argentinas ante los avances británicos de este período no sólo sobre los archipiélagos, sino sobre territorios continentales sobre los que Argentina ejercía plena y ordenada soberanía.
Las islas jugaron un papel relativamente importante durante las dos Guerras Mundiales mostrando la importancia estratégica que para el imperio Ingles tenían en el control del Atlántico Sur, hubo dos famosas batallas navales una el 8 de diciembre de 1914 en las costas occidentales del archipiélago, logrando los ingleses una decisiva victoria que tuvo como efecto la eliminación del poder naval germano en el hemisferio sur. Este episodio pasó a la historia como la Batalla de las Islas Malvinas. La segunda fue la que se conoció como la Batalla del Río de la Plata al inicio de la segunda Guerra.
Si uno Googlea Hipólito Yrigoyen y las Islas Malvinas no encuentra nada, solo cosas referidas a la actualidad citando al Chubutense Hipólito Solari Yrigoyen.
Con el Gobierno de Alvear en cambio hay algunas escaramuzas diplomáticas. En la década del ´30, imbuidos por el deseo de que Gran Bretaña nos siguiera comprando lo único que los gobiernos hicieron fue sacar una estampilla postal del Correo Argentino que emitió sellos postales que mostraban a las Islas Malvinas como pertenencia nacional.
La cosa cambió decididamente con Juan Domingo Perón como presidente
El gobierno de Perón utiliza dos caminos la vía diplomática y la presión militar.
La vía diplomática se sustenta planteando, en el ámibito local en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, allí se aprobó por unanimidad el 5 de julio de 1946 un proyecto para someter la discusión por el conflicto de soberanía al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta acción trasladó definitivamente el eje del debate desde una agenda exclusivamente binacional al ambiente colegiado de la comunidad de naciones. Segundo planteando la cuestión como una rémora colonial en la Conferencia de Bogotá de 1948, allí la delegación argentina, encabezada por el Canciller Atilio Bramuglia, planteó que “la emancipación americana no estaba concluida mientras existiere en el continente regiones sujetas a régimen colonial”. Para esa época las Guyanas eran también enclaves coloniales, el Canal de Panama ídem.
En la Conferencia de Caracas de 1954 se reafirmó los derechos argentinos sobre Malvinas y su deseo de que los pueblos se pronuncien contra el sistema colonial residual en el continente.
Una vía que podríamos llamar de molestía militar se inicia a fines de 1947, una escuadra de la Armada Argentina inició maniobras en las aguas próximas a Malvinas, que incluyeron desembarcos de personal y equipamiento en varias islas del Atlántico Sur.
En 1952 la Argentina anunció sus planes para la ocupación efectiva de los territorios que reclamaba como propios, lo que devino en una serie de incidentes menores en Bahía Esperanza, en la Antártida. La respuesta británica fue destacar en la zona al crucero HMS Superb y otorgar al comandante de operaciones una autorización para emplear la fuerza.
Al año siguiente se produjo un desembarco argentino en la Isla Decepción, perteneciente a las Shetland del Sur. Los británicos enviaron nuevamente al HMS Snipe para forzar la retirada argentina.
Para fines de 1953 la tensión en la zona de Bahía Esperanza había ya desaparecido, pero poco después el punto de conflicto se trasladó a la isla Dundee, donde la debilidad de la capacidad británica de respuesta se hizo evidente. Las maniobras por parte de ambos países se limitaron sin embargo a acciones meramente simbólicas.
En ese mismo año Perón envió a la ceremonia de coronación de la reina Isabel II al presidente provisional del senado, el contraalmirante Alberto Tesaire, con el fin de ofrecer al gobierno británico que el archipiélago pasara a manos argentinas a través de una operación privada de transferencia de fondos. El Foreign Office declinó la propuesta, pues temía que una eventual reacción de la oposición debilitara al primer ministro Winston Churchill.
Ell golpe cívico – militar de 1955, con apoyo británico según consigna el propio Perón, hizo retroceder algunas posiciones nacionales con relación a Malvinas hasta la resolución 2065 de 1965 en la ONU que reactiva nuestra petición en foros internacionales.
Sea por el legado del revisionismo histórico y el legado de la obra de Perón, la cuestión Malvinas estuvo presente en la militancia peronista de la Resistencia, expresada en los objetivos del Operativo Cóndor ya citado.
Desde 1976 hasta 1982 y después lo que ya sabemos, eso esta mucho mejor en Google en cantidad y calidad.

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