martes, 17 de abril de 2012

Un resumen en contrapunto entre intelectuales latinoamericanos

En España hay un chiste: sabes como se suicida un Argentino. Pregunta Jose?. No. Responde Pedro. Se sube a su ego y se arroja para abajo.

El intento de parecer inteligentes, más obvio de lo que se necesita para asi “ser diferente”, casi borgeanos, que tiene a Caparros, Lanatta y Asis en el lote máximo. Lo ha llevado a Caparros a estar ya con la cabeza apuntando al abismo.
Les doy un par de notas para que se entretengan, la primera es muy sugerente en la línea Sarlo, Lanatta, Sebreli, que no es la misma que la de San Martin, Rosas, Perón. ¡Cruz Diablo!

La segunda es desopilante.

Rusvi Tahan

Contra la política petrolera

Por: | 16 de abril de 2012


Qué bueno que Cristina Fernández de Kirchner se haya dado cuenta de lo obvio. La Argentina necesita cierto control sobre la explotación de sus hidrocarburos. Yo lo escribía –entre tantos otros– hace un año en mi libro Argentinismos:

“La Argentina es uno de los pocos países productores de petróleo que no tiene una compañía estatal hegemónica: sí las hay en México, Venezuela, Brasil –para citar tres países con gobiernos variados. Y en Chile, blasón del neoliberalismo, no hay petróleo, pero el cobre nunca dejó de pertenecer al Estado. Aquí, en cambio, el peronismo de los noventas vendió por dos guitas YPF –con gran beneficio para varios de sus jefes, entre ellos los doctores Carlos Menem y Néstor Kirchner–, y el peronismo de los dosmil no hizo nada para recuperarlo. Al contrario, extendió licencias de explotación y consolidó el sistema. Así que la actividad está en manos de empresas multinacionales que no sólo reparten miles de millones de dólares de utilidades entre accionistas extranjeros sino que, además, dedicaron todos estos años a llevarse todo lo que pueden sin invertir en prospección y búsqueda de nuevos yacimientos. Es su ventaja comparativa: lo más caro de la extracción petrolera no es sacarlo sino buscarlo; las multinacionales no precisan hacerlo, a menos que el Estado las obligue. El Estado argentino y peronista no lo hace, así que los muchachos petroleros sacarán mientras haya y, cuando se acabe, se irán con sus barriles a otra parte.

“Por eso entre 2003 y 2010 la producción de petróleo bajó un 18% y la de gas un 8%. Por eso en 2001 la Argentina exportaba el 1,02% del petróleo mundial y, en 2009, el 0,38%. Por eso en 2003 la Argentina importaba 550 millones de dólares de petróleo y derivados, e importó 4.450 millones el año pasado: casi nueve veces más. Por eso –por ese modelo– un país que siempre pudo abastecerse en petróleo y gas se está quedando sin recursos.”

En esos días, Cristina Fernández y los suyos sostenían en foros y discursos que YPF-Repsol funcionaba espléndido. Ahora cambiaron: su argumento de hoy dice que el Estado argentino debe recuperar algún control sobre sus combustibles porque las importaciones de combustibles se están comiendo el superávit comercial. Tanto que –dijo Fernández– “de proseguir esta política de vaciamiento, de no producción, de no exploración nos convertiríamos en un país inviable”.

Es cierto. Sería mucho más cierto si agregara que ella y su marido estuvieron entre los líderes más entusiastas de la desnacionalización, y que ella y su marido consiguieron gracias a la privatización 500 millones de dólares que nunca reaparecieron, y que ella y su marido fueron los que obligaron a Repsol a venderles a sus amigos Eskenazi una parte importante de la empresa con el dinero de la propia empresa, y que ella y su marido apoyaron y elogiaron con todo entusiasmo –hace solo meses– a esa empresa argentinizada, y que ella y su marido gobernaron durante estos nueve años de desnacionalización y desinversión.

Cristina Fernández dijo que no quería contestar agravios ni improperios: “Soy una jefa de Estado y no una patotera”, dijo, y era curioso que pensara que debía decirlo. Pero también se tomó el trabajo de aclarar que no tiene nada contra las empresas extranjeras si reinvierten en la Argentina –“nos tocó ayudar a la General Motors y a la Fiat”, dijo– y que este “no es un modelo de estatización; es un modelo de recuperación de la soberanía y el control”, pero que “seguimos conservando el modo de sociedad anónima y de empresa privada”. Business as -más o menos- usual.

Para justificar lo cual dio una lista de los países que tienen empresas petrolíferas nacionales. “No estamos inventando absolutamente nada”, dijo la presidenta, claro. Las empresas nacionales son legión: es cierto que esta ley de Fernández no haría mucho más que restablecer cierta lógica capitalista en una situación que el peronismo de los noventas, con gran ayuda de los señores Kirchner, había desquiciado.

El control del Estado sobre la exploración y explotación de hidrocarburos es necesaria, y probablemente el Congreso va a sancionar la ley que hoy se presentó. El problema es el Estado que lo va a manejar: un Estado controlado por un gobierno incompetente que trabaja para su propio poder, que conspira para enriquecer a sus amigos, que cambia los jueces que no le gustan, que silencia las voces que no lo lisonjean, que mantiene a tantos en la pobreza y la desesperanza. Un gobierno, sobre todo, cuya política energética produjo la emergencia que, ahora, pretende remediar: otro clásico del gobierno opositor. Vamos todavía.

Actualización (15.45). Con el debido respeto: sospecho que este blog rebosa de analfabetos funcionales. ¿Cómo, si no, entender que haya tantos que califican de "cipayo" y "vendepatria" a quien dice que siempre estuvo a favor de las empresas petroleras estatales y nacionales?

Instrucciones para un intelectual latinoamericano que quiera escribir en EL PAÍS

16 marzo, 2012 | Filed underInternacional,Opinión | Posted by larepublica.es

http://www.larepublica.es/wp-content/uploads/2012/03/ELPAISLATI.jpgDaniel Plotkyn (@danielplotkyn) / http://frecuenciaurbe.wordpress.com

Si usted es miembro de esa clase incomprendida de los intelectuales latinoamericanos y desea exponer sus ideas en ese baluarte del progresismo peninsular que es El País, siga estas instrucciones para que su articulo resulte todo un éxito.

1. Todo su análisis debe basarse en los conceptos de caudillismo y populismo. En última instancia, esos conceptos explican la historia de Latinoamérica desde el siglo XIX, sin tener que entrar en complejidades históricas, que aburren a su lector. La historia de nuestros países no ha cambiado desde la época de la independencia.

2. Mencione la pobreza y el hambre, producto del caudillismo y el populismo. Es bueno mostrar un poco de la sensibilidad del pensador comprometido con la realidad social. Pero aclare que la pobreza y el hambre son culpa exclusiva de nuestros pueblos, evitando usar palabras tan desagradables como “colonialismo”, “imperialismo” o “saqueo de recursos naturales”. Menos aún tenga el mal gusto de referirse a la esclavitud o la explotación de comunidades indígenas.

3. No se olvide de hablar de corrupción. Y de aclarar que la corrupción en nuestros países es producto del hambre y la pobreza, que son producto del caudillismo y el populismo. Tenga la delicadeza de no mencionar que son las compañías multinacionales (incluyendo las españolas) las que pagan suculentos sobornos para obtener beneficios impensables en sus países de origen. Explíqueles a sus lectores que la corrupción es siempre culpa de la clase política latinoamericana.

4. Insista con que las instituciones no funcionan, producto de la corrupción que es producto del hambre y la pobreza, que son producto del caudillismo y el populismo. Las instituciones latinoamericanas están en constante crisis y nuestros países tienen democracias limitadas. Use anécdotas insignificantes desde el punto de vista estadístico pero que resuenen en la mente de su lector. Por ejemplo, cuénteles lo difícil que es obtener algún certificado en un ministerio cualquiera. O qué fácil es sobornar a un agente de aduana. Aunque usted no haya hecho jamás ninguna de las dos cosas.

5. Recuérdele a sus lectores que los gobernantes latinoamericanos sólo buscan perpetuarse en el poder – lo que demuestra el caudillismo y el populismo que genera corrupción e instituciones fallidas. No importa si en España el jefe de estado es un monarca hereditario que gobierna desde hace treinta y siete años y fue nombrado por un dictador que gobernó el país por casi cuarenta años. Ni siquiera mencione que Felipe González gobernó por catorce años con cinco mandatos sucesivos. Eso es muy distinto a un presidente latinoamericano que pretende tener tres mandatos por doce años. En este último caso, estamos frente a un claro intento de perpetuarse en el poder. En España no, porque las instituciones funcionan.

6. No se olvide de condimentar todo esto con alguna referencia a una ponencia suya en algún foro internacional, fuera de los países latinoamericanos llenos de caudillismo y populismo. La presentación de un paper en una universidad norteamericana basta para demostrar que usted es diferente al resto de los pensadores latinoamericanos que sólo escriben en medios locales. Alternativamente, puede mencionar alguna charla de café que tuvo hace cinco años con un escritor español de moda. Si algún libro suyo fue publicado por Alfaguara o Crítica, aclárelo como al pasar en el primer párrafo. Su éxito estará garantizado.

7. Use alguna cita de un latinoamericano de lustre, como Borges, Cortázar o García Márquez. Roberto Bolaño también sirve.

8. Recuerde que Brasil no existe. Salvo para elogiar las políticas “de izquierda inteligente” de Lula.

9. Fidel Castro es malo, malísimo. Aunque, claro, diga que la Revolución Cubana tuvo algunos éxitos menores en el campo de la salud y la educación.

10. Chávez también es malo, malísimo. Y sin éxitos menores.

11. Los gobiernos progresistas latinoamericanos quieren destruir a la prensa independiente, como consecuencia de su genética caudillista y populista. No como la izquierda inteligente de Alan García o el centro moderado de Piñera o Santos.

12. La prensa privada latinoamericana siempre es independiente. Los monopolios u oligopolios mediáticos no existen.

13. América Latina todavía está en transición democrática, a consecuencia del caudillismo y el populismo que todavía imperan. España ya la ha superado, por la madurez de la sociedad española y la inteligencia de su clase dirigente.

14. Para finalizar, aclare que esta situación le genera angustia y desazón, y que su refugio está en el pensamiento crítico de algunos intelectuales como usted que no han sido comprados por el poder corrupto o las ideologías acabadas imperantes en nuestros países.

Siguiendo estos consejos, su artículo será leído con interés por los lectores de El País. Usted logrará confirmarles lo que ya piensan pero no pueden decir abiertamente porque iría en contra de que creen son sus convicciones de izquierda. También obtendrá una suculenta remuneración en euros que no depositarla en su país, ya que en cualquier momento se la podrán robar los gobiernos corruptos, producto del hambre y la pobreza, producto del caudillismo y el populismo.

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